La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) dijo hace unas semanas que no había motivo para generar tanta alarma por el sistema de pensiones. Pero algunos organismos no están de acuerdo, como la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el que fue durante años el laboratorio de ideas del PP. FAES acaba de publicar un nuevo informe titulado 'Consecuencias del declive demográfico en España', donde asegura que el verdadero problema del país es la baja natalidad y avisa de que si se mantienen las tasas actuales, España podría perder la mitad de su población antes de que acabe el siglo.
"Si los españoles y europeos siguieran indefinidamente con una fecundidad insuficiente, acabarían desapareciendo", llega a afirmar la fundación. En concreto, asegura que si la fecundidad en España se mantuviera en los 1,33 hijos por mujer de 2015, la esperanza de vida siguiera creciendo como prevé el INE y no hubiera flujos migratorios positivos o negativos con el extranjero, el país perdería aproximadamente la mitad de su población desde ahora al final del presente siglo, y unas dos terceras partes de sus habitantes en edad laboral.
En Europa, las proyecciones 2015-2080 de Eurostat para la Unión Europea a 28, en su escenario sin migraciones, arrojan una pérdida de 100 millones de habitantes de 2015 a 2080. En concreto, la zona pasaría de tener 506 millones de habitantes a quedarse prácticamente en 400 millones. Además, las personas con 65 años o más pasarían de ser el 19% en 2015 al 32% en 2080. Y en lugar de haber 3,2 personas de 20 a 64 años por cada mayor de 64 años como en 2015, habría solamente 1,5 por cada mayor en 2080.
La caída de la natalidad ha contribuido más al envejecimiento de la población que el aumento de la esperanza de vida
Y lo peor es que, según FAES, la baja natalidad no solo influye en el descenso de la población, sino que también ha influido y mucho en el envejecimiento de la sociedad, que se puede medir por indicadores como la media o el porcentaje de personas con 65 años o más. De hecho, según la fundación, la contribución de la caída de la natalidad al envejecimiento en España ha sido muy superior al impacto del aumento de la esperanza de vida porque ha implicado un descenso muy fuerte en el número de niños y jóvenes.
Para explicarlo, compara lo ocurrido en dos periodos muy distintos: entre 1930 y 1976, con 2,9 hijos por española, la esperanza de vida en España creció 24 años y la edad promedio de la sociedad aumentó 4,7 años. En cambio, entre 1976 y 2016 la edad media aumentó 10 años, de 33 a 43 años, con una media de 1,5 hijos por cada mujer. Con estas cifras sobre la mesa, FAES calcula un 75% del incremento de 10 años de promedio de edad de los españoles entre 1976 y 2016 se ha debido a la caída de la fecundidad y solo el 25% restante se explica por la mayor longevidad.
Impactos negativos
Aunque la fundación reconoce que hay algunos aspectos positivos en estas pautas demográficas, como los ahorros en gasto privado y público en la crianza de las siguientes generaciones, en general considera que las consecuencias para la economía y las empresas son "globalmente negativas". Por ejemplo, se disparará el gasto para atender a los jubilados (pensiones, sanidad y dependencia) y para financiarlo habría que utilizar impuestos extraídos de una economía estructuralmente afectada por los impactos negativos del envejecimiento sobre oferta y demanda del país.
Y es que, además de disparar algunas partidas de gasto, el envejecimiento llevaría a la contracción de la demanda de algunos bienes y servicios, la reducción de la mano de obra y su consecuente encarecimiento. Así que, el aumento del gasto para atender a los mayores llevaría a déficit públicos persistentes y stocks de deuda pública crecientes, o mayor presión fiscal, o prestaciones públicas cada vez más escasas para la población de mayor edad. "O bien, una combinación de esas tres cosas", sostiene FAES.
Aunque la fundación cree que muchos de los impactos podrían ser paliados o superados con medidas como la racionalización del Estado de bienestar, más años de trabajo, una mayor robotización y automatización de la producción o un mayor foco en mercados exteriores, para exportación o inversiones que compensen la contracción de los mercados y la fuerza laboral domésticos por la evolución demográfica. "Pero difícilmente podrán ser compensados todos ellos", avisa.
FAES cree que hay que poner el foco en la natalidad para afrontar el reto demográfico
Según la fundación, hay que centrar la atención en la natalidad. La inmigración puede ayudar a resolver parte del problema, pero también tiene sus riesgos. Si se gestiona bien, puede ser un valioso paliativo al declive demográfico y a la escasez de mano de obra. Pero si se gestiona mal y genera un exceso de inmigrantes difícil de absorber o de muy baja cualificación profesional, puede acarrear "males sociales considerables". "En ningún país occidental ha sido la inmigración una solución completa al déficit propio de natalidad", sostiene el informe.
Por eso hay que apostar por la natalidad. Y para conseguir que remonte hay que concienciar a la población y las élites de la gravedad del problema demográfico, dejando el tema fuera de la lucha partidista. Además, hay que estudiar a fondo el problema para comprender bien sus causas, qué implica de verdad y sus posibles soluciones; hay que hacer del aumento de la natalidad una de las primeras prioridades como país; adoptar medidas de incentivo económico a la natalidad; y generar un cambio cultural, de valores sociales y de ciertas leyes, en favor de la natalidad.
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