Hoy en día nadie duda de la necesidad de plantear una reforma del sistema de pensiones. El Pacto de Toledo trabaja en las recomendaciones que hará al Gobierno para dicha reforma y algunas propuestas empiezan a ver la luz, como la idea del Partido Popular de poder elegir los años que se utilizan para calcular la pensión. Pero no solo los partidos están haciendo sus aportaciones, los expertos en la materia también están dando a conocer sus ideas para diseñar un sistema de Seguridad Social capaz de asumir el gran reto demográfico al que se enfrenta el país.
Y es que no debemos olvidar que las previsiones del INE apuntan a que dentro de 30 años habrá prácticamente un cotizante por cada pensionista, lo que supone un auténtico desafío para el sistema de pensiones, que en España es de reparto, es decir, que las pensiones de hoy se financian con las cotizaciones que aportan los trabajadores de hoy. De ahí la importancia capital de esta reforma que lleva a los expertos analizar una y otra vez el sistema en busca de soluciones.
Son muchas las propuestas que ya conocemos: aumentar aún más la edad de jubilación como dice el Banco de España, avanzar hacia un sistema de cuentas nocionales como proponen Fedea, el Instituto Santalucía o BBVA, financiar una parte del sistema con impuestos como sostienen los sindicatos o incluso crear figuras tributarias concretas para este fin, como planteó hace unas semanas el Partido Socialista.
Un sistema en dos etapas
Hoy os vamos a hablar de la idea que proponen el Instituto Universitario de Análisis Economómico y Social y la Universidad de Alcalá en un informe titulado ‘Reiventando la Seguridad Social. Hacia un sistema mixto de pensiones ‘por etapas’. La sugerencia la firman Inmaculada Rodríguez-Fabián, Francisco del Olmo y José Antonio Herce.
Se trata de un sistema que se estructuraría en dos etapas: la primera basada en un seguro de capitalización individual que podría ser semiobligatorio y se aplicaría desde el momento de la jubilación hasta lo que los autores denominan ‘la gran edad’. Y la segunda financiada por la Seguridad Social, que se aplicaría desde esa ‘gran edad’ hasta el momento de fallecimiento.
Es decir, que la industria privada se haría cargo de la primera fase de la jubilación y la Seguridad Social de la segunda. El jubilado recibiría, por tanto, una renta temporal hasta que llegara a determinada edad, y luego una renta vitalicea financiada por la Seguridad Social vía reparto.
La Seguridad Social no tendría que financiar las pensiones hasta que los trabajadores llegaran a la ‘gran edad’, que podría rondar los 78 años
¿Cómo se financiaría este sistema? A través de las cotizaciones, como ahora. Solo habría que dividir la cotización. Una parte generaría la renta financiera actuarial de los primeros años y la otra parte financiaría las pensiones generadas por el sistema de reparto. ¿Cuál sería la llamada ‘gran edad’? Es algo que tendría que definir el propio sistema de Seguridad Social, aunque en el informe la sitúan en 78 años para hacer sus estimaciones.
La conclusión a la que llegan los autores es que esta propuesta hace más atractivas las rentas temporales del sector privado al limitarlas en el tiempo, y al mismo tiempo soluciona los problemas de la Seguridad Social al reducir considerablemente los años de gasto para el sistema.
Menos riesgos
De hecho, la Seguridad Social interviene cuando al jubilado le quedan menos años de vida, lo que limita mucho su presupuesto y sus necesidades financieras, así como el riesgo de no sostenibilidad. Además, se mantienen mejor la suficiencia de las pensiones y se puede realizar una planificación más cuidadosa de los flujos económico-financieros.
Igualmente, los autores aseguran que los individuos no pagarían más que con el sistema actual y tendrían mucho más margen para planificar sus ahorros de largo plazo y para decidir cómo debe ser su desvinculación de la actividad laboral al recibir de forma inmediata la recompensa de una mayor permanencia en el mercado de trabajo. Y valorarían también las consecuencuas de una jubilación temprana.
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