La Posición de Inversión Internacional (PII) neta de una economía es la diferencia que existe entre las inversiones que hace un país en el exterior y las que recibe de otros países, y en el caso de España representa un riesgo para el crecimiento económico porque sigue siendo demasiado alta a pesar de la recuperación.
Este indicador se sitúa actualmente en negativo, en un -77,1% del PIB, lo que supone que ha bajado unos 21 puntos porcentuales desde el máximo que alcanzó en 2014, pero "sigue siendo muy elevado y constituye una vulnerabilidad para la economía española ante cambios bruscos en las condiciones de financiación en los mercados financieros globales", advierte el Banco de España en su Informe de Estabilidad Financiera de Primavera.
Esta institución señala que la PII debería bajar como mínimo al entorno del -70% del PIB para no suponer un riesgo.
En las últimas décadas, la PII española ha evolucionado de forma heterogénea. Entre 1999 y 2009 el saldo deudor aumentó porque se incrementaron las inversiones en el exterior que España tenía en cartera y porque España "financió sus crecientes desequilibrios" mediante deuda del exterior. De 2009 a 2014 se mantuvo constante y en ese año alcanzó su máximo, para después ir reduciéndose hasta el entorno actual.
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Alemania, líder acreedora
El descenso se debe a que España ha tenido una mayor capacidad de financiación frente al resto del mundo a raíz de la crisis, ha registrado balanzas por cuenta corriente desde 2013 y ha experimentado un crecimiento del PIB.
Pero aún así se trata de un nivel "elevado en términos históricos y en comparación con otros países, lo que genera un grado de vulnerabilidad potencialmente significativo ante un deterioro de los mercados de capitales internacionales", afirma el Banco de España, en alusión a los saldos positivos que presentan Alemania o los cercanos a cero de Italia o Francia.
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