El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha actualizado sus perspectivas para la economía española no sólo a corto plazo, para los dos próximos años, sino también a medio, de aquí a 2029. Cuando se comparan con el panorama que planteó el Gobierno a Bruselas en el plan fiscal estructural enviado hace unas semanas, hay notables diferencias.
En primer lugar, el Gobierno dibuja una senda en la que la economía española avanza a buen ritmo hasta 2026, con incrementos superiores al 2% (2,7% este año, 2,4% en 2025 y 2,2% en 2026), y se desacelera con intesidad desde 2027 (1,3% en 2027, 1,2% en 2028 y 1,2% en 2029), cuando finaliza la legislatura actual.
A políticas constantes, es decir, si en los años venideros no se llevaran a cabo cambios respecto a lo previsto hasta ahora, el FMI anticipa la desaceleración del PIB y la percibe más progresiva. En su escenario, el crecimiento del PIB pasa del 2,9% este año al 2,1% en 2025 y al 1,8% en 2026, manteniéndose en el 1,6% desde 2027 hasta 2029.
Ese 1,6% es el crecimiento potencial del PIB que prevé el Gobierno a partir de 2028. Es decir, según sus proyecciones, hasta 2026 el PIB observado se situará por encima del potencial, fenómeno asociado con presiones inflacionistas; y desde 2027, por debajo, lo que quiere decir que desde ese momento habrá una infrautilización de la capacidad económica.
Sin embargo, el FMI es más optimista y no sólo coincide con el Gobierno en que la economía española crecerá entre este año y 2026 por encima del potencial que ha marcado el Gobierno (el FMI no hace proyecciones al respecto), sino que también la sitúa en esos niveles en la siguiente legislatura, a partir de 2027.
Más deuda pública
Otros indicadores en los que se identifican discrepancias son el déficit y la deuda pública en relación al PIB. Según el plan enviado por el Gobierno a Bruselas para los próximos años, el tope marcado al gasto primario neto (de media, dos décimas superior al que marcó la Comisión) y los ajustes planteados mantendrán la deuda pública en una senda descendente.
Esa bajada de la ratio deuda-PIB, que también la percibe el FMI, será significativa. Según sus cálculos, bajará del 100% en 2027 y del 95% en 2029. Sin embargo, la proyección del organismo internacional es más moderada. Según sus cálculos, bajaría del 100% ya en 2026 pero en 2027 seguirá en el 97,1%.
Esto se debe fundamentalmente a que el FMI prevé un endeudamiento mayor de las administraciones públicas españolas de lo que plantea el Gobierno en el plan enviado a la Comisión. De hecho, que el denominador (PIB nominal) sea más elevado desde 2027 favorece automáticamente a que esa ratio sea algo inferior.
El cuanto al déficit público, el Gobierno contempla un descenso también más elevado, prometiendo a Bruselas que en 2029 se situará ya en el 1,5% del PIB (frente al 3,5% en el que cerró el 2023). El Fondo Monetario Internacional, sin embargo, lo ubica aún en el 2,8% al final de su proyección.
Las diferencias entre las proyecciones del Gobierno y las del FMI se perciben fundamentalmente a partir de 2026, año desde el que el Gobierno ha planteado mayores topes al gasto primario neto para reducir el desequilibrio fiscal. Las diferencias entre los ingresos y los gastos estructurales previstos generarían la brecha entre ambas sendas.
Finalmente, otra de las variables en la que se perciben diferencias es el desempleo. En este caso el Gobierno limita sus proyecciones hasta el año 2026, cuando sitúa la tasa de paro en el 9,7%, ya por debajo del 10%. Una de sus promesas electorales para esta legislatura fue conseguir lo que denominó "pleno empleo": una tasa próxima al 8%.
El FMI, sin embargo, es notablemente más pesimista al respecto. Cree que el paro se ubicará en el 11,1% en 2026, liderando aún las grandes economías de la UE. Tres años después, en 2029, seguirá en el entorno del 11%, según sus cálculos. Para aquel entonces España superará los 50 millones de habitantes.
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