Giro copernicano en la política del Ministerio de Fomento, el departamento más inversor del Gobierno. El incremento del total de su partida presupuestaria (23,5%) y de la cifra de inversión real (26,6%) marca la línea expansiva de las primeras cuentas públicas elaboradas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, pero, además, supone un fuerte contraste con el recorte de los planes de inversión público-privada, por los que apostaba su antecesor, el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
El programa destinado a ocupar el lugar del llamado Plan de Carreteras diseñado por el anterior Gobierno del PP tendrá una cuantía de unos 1.000 millones de euros, según expuso este lunes el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, quien a finales del pasado ejercicio ya había avanzado las líneas fundamentales de este nuevo plan. El contraste con el anterior es notable, toda vez que preveía movilizar una inversión de 5.000 millones de euros, la mayor parte de los cuales llegaría de la parte privada.
El Plan de Carreteras quedó atrapado en los interventores de Hacienda, que se oponían a que el Estado asumiera una serie de riesgos inherentes a las concesiones (con el fin de evitar que se repitiera la historia de las tristemente célebres radiales) y también de las empresas, que rechazaron de plano las líneas generales establecidas para los futuros pliegos.
"Era un plan que, sencillamente, no se podía hacer", apuntó en su día Ábalos cuando avanzó las líneas de su particular plan de inversión público-privada, basado en plazos de concesiones limitados a 10 años, en licitaciones con proyectos constructivos incluidos para reducir incertidumbres sobre el coste final y con las expropiaciones fuera de los contratos.
El mayor esfuerzo inversor desde 2013
En cualquier caso, el Plan de Carreteras del Gobierno del PP pretendía atraer inversión privada para cubrir una serie de proyectos que llevaban largo tiempo estancados debido a los recortes en inversión pública de los últimos años motivados por la crisis. La estrategia pretendía que Fomento pudiera destinar a otras partidas el dinero necesario para afrontar esas obras de carreteras.
Sin embargo, el actual Ministerio de Fomento muestra con sus Presupuestos la preferencia por la inversión pública. En términos de inversión real, elevará la partida en casi 2.100 millones de euros, más del doble de lo previsto para su plan de carreteras particular. Una cifra muy cercana a la que el Gobierno del PP pretendía licitar en 2018 con la modalidad público-privada y que no pudo hacer debido a las citadas reticencias de Hacienda y de los potenciales licitadores.
El esfuerzo inversor de Fomento se concentrará en los ferrocarriles, especialmente en la redes de cercanías y de líneas convencionales, cuyas cuantías presupuestarias se equipararán casi a las de la alta velocidad, que proseguirá siendo la principal apuesta inversora, con cifras que superan los 2.600 millones de euros. Sólo en cercanías, Fomento prevé invertir algo más de 1.350 millones, un 155% más que lo contemplado en los pasados Presupuestos (unos 825 millones de euros en términos absolutos).
Recuperar el terreno perdido
En carreteras, la inversión se incrementará algo más de un 5% pero se ampliará de forma significativa la parte referida al mantenimiento, que rozará los 1.000 millones de euros, en lo que será la mayor cantidad destinada a esta partida de los últimos ocho años.
Fomento está dispuesto a romper la hucha, con subidas muy significativas en áreas destinadas a la movilidad de las personas y de la cohesión territorial, en vísperas de elecciones autonómicas y municipales.
Una apuesta por recuperar el terreno perdido tras años de contención del gasto, incluso cuando la economía emitió señales de clara mejoría. Como prueba, el esfuerzo inversor del Ministerio alcanzará el 0,79% del PIB, su mayor cota desde 2013. Sin embargo, lo hará restando gran protagonismo a la inversión privada, quizá cuando más falta hacía para apuntalar el cambio de ciclo y de estrategia.
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