La rebelión de los taxistas ha colapsado Barcelona y ha provocado una huelga de este servicio público en numerosas ciudades españolas en plena operación salida por las vacaciones. La mecha que ha encendido la protesta ha sido la suspensión de la nueva normativa que había puesto en marcha el Ayuntamiento de Barcelona que exigía una segunda licencia para operar en la ciudad.
La alcaldesa, Ada Colau, quiere tener las competencias para que no pueda haber más de una licencia de VTC por cada 30 de taxis. Los recursos contra la norma de Colau han paralizado la nueva legislación municipal, pero ha encendido a los taxistas que se enfrentan, aseguran, a una competencia cada vez más difícil.
El Supremo asumió el Decreto Ley que establecía una licencia VTC por cada 30 de taxis, pero el fallo no ha dejado de provocar la confusión. Cuando se aprobó la Ley de Transporte donde se regulaban las VTC, se tardó tres años en aprobar el reglamento, lo que hizo que miles de particulares y empresas solicitarán autorizaciones de VTC aprovechando el vacío legal.
Curiosamente, entre los que pidieron entonces autorizaciones de VTC estaba la Federación Profesional del Taxi de Madrid, que pidió 5.000 autorizaciones VTC. No le fueron concedidas por un problema legal. Las comunidades autónomas denegaban las autorizaciones, pero los tribunales fueron adjudicando cientos de estas autorizaciones y los coches pudieron salir a la calle.
Miles de licencias en el limbo
El problema es que se calcula que los tribunales aún tienen que fallar unas 4.000 sentencias de las que se solicitaron antes de 2015, fecha en la que el reglamento cerró la posibilidad de pedir más VTC.
Uno de los taxistas que lideraba la protesta estos días calculaba que cada día que las ‘cucarachas’ (nombre con el que se conoce a las VTC entre los taxistas) están en la calle su recaudación se reduce en 50 euros. Y luego está el problema más grave. Muchos de estos conductores se han empeñado para comprar una licencia.
Las licencias las otorgaban los ayuntamientos y se habían convertido en una mina para el propietario porque hace muchos años que no se otorgaban. Los jubilados y los que abandonaban el sector las vendían a precio de oro.
La falta de una regulación, y la dificultad en aprobarla, hizo que se montara un millonario mercado paralelo. Antes de que llegaran los VTC al mercado una licencia en Madrid valía 180.000 euros. Hoy se puede comprar por 120.000 porque nadie sabe cuál va a ser el resultado de esta guerra.
Las licencias las otorgaban los ayuntamientos y se habían convertido en una mina para el propietario porque hace muchos años que no se otorgaban. Los jubilados y los que abandonaban el sector las vendían a precio de oro
“Algunos son capaces de matar porque se encuentran en una situación desesperada”, explicaba un conductor. “Han pagado – añade- 180.000 euros con un préstamo y ahora su licencia ya vale 40.000 o 50.000 euros menos, pero ellos tienen que seguir pagando la cuota del préstamo, con una importante reducción de los ingresos que se va a acentuar en los próximos meses”.
Las perspectivas es que con más taxis en la calle también las licencias bajen su precio, aún más de lo que lo han hecho en los últimos años.
Por otra parte, parece que se ha frenado el precio de las licencias de VTC que ya se habían puesto en 40.000 euros. La norma que establece limitaciones a su compra venta ha frenado la subida que estaban alcanzando en los últimos años.
Esta situación en la economía de los taxistas se producen tras unos años en los que la crisis económica llenó las paradas de vehículos para desesperación de los que habían comprado la licencia pensando que era un seguro de vida.
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