La reforma laboral 2021-2022 del Gobierno tenía como objetivo la introducción con carácter prioritario en el mercado laboral del contrato indefinido, hasta el punto de admitir la realización de contratos de duración determinada únicamente bajo los supuestos de necesidad de sustitución del trabajador o circunstancias de la producción, como campañas agrícolas o ventas navideñas en los grandes almacenes.
Un año después de la convalidación del Real Decreto-Ley por el Congreso de los Diputados, en febrero de 2022, los resultados dejan unas sensaciones agridulces: el contrato indefinido se acerca cada vez más al objetivo que se había fijado el Gobierno, pero los empresarios siguen abusando de la estacionalidad de la economía española, que desde hace ya unas décadas se ha convertido en una economía de servicios, para ofrecer contratos de días o semanas
A lo largo del pasado año, en España se firmaron un total de 18.310.343 contratos laborales, de los que 7.027.160 tuvieron carácter indefinido. Casi cuatro de cada diez contratos suscritos (exactamente el 38,4%) no tenían una duración determinada. Es la parte dulce de la reforma laboral impulsada por Yolanda Díaz, teniendo en cuenta que, en 2021, la contratación indefinida apenas representó el 10,9% de las contrataciones; y en 2019, antes de que la economía se viera afectada por la pandemia, el 9,59%: solo 2,16 millones de los 22,5 millones de contratos laborales firmados ese año no tenían fecha de caducidad.
Lo que la reforma laboral no ha permitido aún es reducir la firma de contratos con vigencia de días o semanas. Según los datos acumulados de 2022 publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, una de cada tres contratos suscritos (5,89 millones de un total de 18,3), exactamente el 31,17% tenían una duración máxima de un mes; uno de cada cuatro, el 25,1%, terminaban como máximo quince días después de su firma, y uno de cada cinco, el 19,77%, no llegaban a una semana.
Los datos son muy similares a los de 2021, cuando se redactó la reforma laboral. Entonces, el 35% de los contratos firmados (6,87 millones de un total de 19,38 millones) no superaba el mes de vigencia y el 41,9%, los tres meses, frente al 42% del pasado año.
Aunque a primera vista pueda parecer sorprendente, la industria fue el sector con más precariedad de empleo el pasado año. Con un peso específico del 10,75% en la contratación total, uno de cada cuatro acuerdos suscritos entre los trabajadores y las empresas duran menos de una semana; uno de cada tres, menos de 15 días y más de la mitad (exactamente el 54,5%) están entre uno y tres meses. La agricultura y la ganadería, que podrían ser más propensos a la contratación temporal por razones meramente estacionales, no abusa, sin embargo, de los contratos de menor duración.
El ejemplo de la construcción
Es la cara opuesta de la construcción. En este sector, que despuntó en España hasta la crisis financiera internacional de 2007-2008 (hoy representa menos del 6% de la fuerza laboral), los contratos indefinidos son mayoría: el 61,95% de los que se suscribieron en 2022. Únicamente el 2,96% de los contratos eran inferiores a una semana y solo uno de cada cinco tuvo una duración inferior a tres meses.
El sector servicios es el que mejor representa la media de temporalidad de la economía española. Quizás porque su peso en el PIB es algo más de las tres cuartas partes de su valor a precios de mercado. Los servicios absorbieron el 71,3% de todos los contratos que se firmaron en España el pasado año: 13,05 millones de los 18,3 millones totales, con un porcentaje de indefinidos del 38%, similar al del conjunto del mercado. Los contratos de más corta duración, menos de una semana, fueron el 22,2%. El resto es un calco de la media de la economía nacional.
Enero no es una muestra fidedigna de cuál puede ser la tendencia en el segundo año de vigencia de la reforma laboral. El ejercicio ha comenzado con un aumento de 70.744 desempleados y una caída de la afiliación a la Seguridad Social de 215.000 cotizantes. La historia se repite año tras el año. El primer trimestre suele ser el peor del año, salvo excepciones muy puntuales, tanto para el crecimiento económico como para el mercado laboral.
Y así ha sucedido el pasado mes. Se han suscrito 1.200.749 contratos, de los que casi el 56% han sido temporales. La fotografía fija de la contratación es muy similar a la media de 2022: el 19% de los acuerdos entre las partes tiene una duración inferior a siete días; uno de cada cuatro, entre 15 días y un mes, y cuatro de cada diez, menos de tres meses.
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