A finales del pasado año, el Gobierno hacía balance de la reforma laboral aprobada por el Consejo de Ministros el 28 de diciembre; convalidada por Real Decreto-Ley en febrero de 2022, y cuyos primeros resultados se dieron en los meses de marzo y abril. Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, impulsora de la misma, ha dicho de ella, entre otras cosas, que “en un año ha conseguido lo que no se consiguió durante los cuarenta años anteriores”.
El Gobierno presume del incremento de contratos indefinidos que ha promovido su reforma, como modelo para reducir la precariedad del mercado laboral. El número de ocupados está en cifras récord (20,3 millones de trabajadores) y el porcentaje de afiliados a la Seguridad Social con contrato temporal ha retrocedido hasta mínimos históricos, según Trabajo.
Pero no es oro todo lo que reluce cuando se cumple el primer año de vigencia completa de la reforma, tras la convalidación en el Parlamento en febrero del pasado año del texto presentado por el Gobierno dos meses antes. Del análisis pormenorizado de los datos del mercado laboral de ese mismo mes, los últimos disponibles, se deduce que el porcentaje de contratos a tiempo completo en relación con el total se ha reducido a niveles mínimos de los últimos diez años.
Según las estadísticas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en el mes de febrero se firmaron un total de 1.084.802 contratos, de los que 630.969 fueron a tiempo completo, lo que supone del 58,16% del total, cuando un año antes, cuando se convalidaba el Real Decreto-Ley, la proporción alcanzaba el 64,9%. En los dos primeros meses de este año se han firmado 1,333 millones de contratos a jornada completa (el 58,31% del total), cuando en el mismo periodo del año anterior se suscribieron 2,040 millones, el 67,07% de todos los firmados entonces.
Hay que remontarse a 2013 para encontrar una cifra parecida. En febrero de ese año se firmaron 628.210 contratos laborales a tiempo completo, el 66,14% del total. Es importante subrayar que las comparaciones se realizan sobre el mismo mes (febrero) de cada año por la estacionalidad de la economía española. Pero no hay que olvidar, también, que en el primer trimestre de ese 2013, el número de parados llegó a superar los 6,2 millones de personas, con una tasa de desempleo del 27,16%. Nada que ver con la situación actual.
El número de contratos firmados en el mes de febrero se reparte entre 630.969 a tiempo completo; 312.528 acuerdos a tiempo parcial, el 28,81% del total; y 141.305 fijos discontinuos, una modalidad de trabajo que se ha convertido en la estrella de la reforma laboral del Gobierno. Son ya el 13,02% de todos los contratos firmados ese mes. Pero es que, en febrero de 2022, en plena convalidación de la reforma, apenas se suscribieron 47.588 contratos de este tipo de acuerdos, el 3,29% del total. Hace diez años, apenas 6.157, el 0,65% del total.
El contrato estrella de la reforma laboral
El contrato fijo discontinuo es una modalidad de contratación indefinida que se caracteriza porque el trabajo se realiza de forma intermitente en el tiempo. Suele ser utilizado por empresas que no necesitan que sus trabajadores estén permanentemente en el puesto de trabajo, ya que su actividad se concentra en temporadas. No es un contrato temporal, pero es posible realizar la actividad a tiempo completo o de forma parcial. No tiene fecha de finalización y la empresa está obligada a llamar al trabajador cuando sea necesario que reinicie su actividad. No se consideran parados cuando están inactivos, pero pueden cobrar la prestación de desempleo si cumplen los requisitos mínimos de tiempo cotizado.
La cifra más alta de contratos con jornada de trabajo a tiempo completo se dio en febrero de 2019: más de 1,042 millones, que representaron las dos terceras partes de todos los suscritos ese mes. En enero de 2022, la proporción marcó cifra récord: el 69% de todos los contratos firmados fueron a jornada completa.
A partir de abril del pasado año, las cosas empezaron a cambiar con la reforma: de 1,044 millones de contratos a jornada completa se bajó a 788.109 (un desplome del 24,5%), que también afectó a los contratos a tiempo parcial (-18,8%), y que, sin embargo, se dejó sentir, en sentido contrario, en los fijos discontinuos: pasaron de firmarse 106.002 contratos a 238.760, lo que significa un incremento del 125%.
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