Hace 10 años la pensión media de jubilación era de 766 euros al mes. Al cierre de 2017 se situó en 1.071 euros. La subida de las prestaciones parecía imparable, pero si nos fijamos en el detalle de los datos podemos ver cómo la crisis y las últimas reformas ya han empezado a contener algo, aunque poco, el gasto en pensiones. Las personas que se jubilaron en 2017 percibieron una pensión media de 1.318 euros, 14 euros menos que en 2016 y 24 euros menos que en 2015. Esto supone una caída del 2% en dos años.
Claramente, estos descensos tienen mucho que ver con la crisis económica y la tremenda destrucción de empleo de estos años, que mandó a la cola del paro a miles de personas en el final de su etapa laboral. Muchos no consiguieron reinsentarse en el mercado de trabajo y eso ha acabado minorando sus prestaciones.
Pero la crisis no es el único motivo. Las reformas de los últimos años también empiezan a notarse en el sistema, sobre todo la de 2011, que puede tener un efecto directo en el cálculo de la prestación. Con esta reforma, se elevó la edad de jubilación a los 67 años y se amplió de 15 a 25 años el periodo que se utiliza para calcular la pensión, entre otras cosas. Pero son cambios progresivos, no bruscos, tardarán años en estar plenamente en vigor. En 2017 la edad de jubilación fue 65 años y 5 meses y el periodo de cómputo de 20 años.
La ampliación del periodo de la vida laboral que se utiliza para calcular la pensión presiona a la baja
Precisamente la ampliación del tiempo que se utiliza para calcular la pensión es la medida que puede estar haciendo que las pensiones medias de los nuevos jubilados sean más bajas, ya que los sueldos más elevados se suelen percibir al final de la vida activa. En 2010, cuando una persona se jubilaba a los 65 años utilizaba los últimos 15 años de su carrera (desde que tenía 50) para calcular la pensión. En 2017 tenía que empezar a contar desde que tenía 45 años, cuando quizá cobraba algo menos.
No es la única medida que empieza a dar sus frutos y a contener las pensiones. En 2013 además se hicieron cambios en las formas de calcular el impacto de los vacíos de cotización, se endurecieron los requisitios de la jubilación anticipada y se elevaron los coeficientes de reducción. Todas estas iniciativas pueden estar ejerciendo ya esa presión a la baja en las prestaciones.
A pesar de estos descensos, el gasto en prestaciones sigue creciendo de forma preocupante. Y es que la presión del sistema no para de aumentar. La pensión media de los nuevos jubilados, como ya hemos dicho, fue de 1.318 euros al mes, la de los que causaron baja en el sistema era de 969 euros. Es decir, las nuevas prestaciones encarecen un 40% este pilar del sistema de bienestar español.
La revalorización centra el debate
Por eso hay que seguir buscando soluciones. El Pacto de Toledo se reunirá esta semana de nuevo, pero ha decidido centrarse únicamente en el conflictivo punto sobre la revalorización de las pensiones, después de que los jubilados hayan tomado las calles y hayan conseguido que todos los partidos pongan el foco en este colectivo. De hecho, el presidente, Mariano Rajoy, comparecerá la semana que viene en el Congreso y anunciará medidas para calmar a un votante que el PP no puede perder en estos momentos.
¿Realmente tiene que ser la revalorización el eje de la nueva reforma? Los pensionistas han empezado a perder poder adquisitivo, es cierto por el nuevo índice de revalorización, y el sistema tiene que ser no solo sostenible, sino también suficiente. Pero la reforma no puede pivotar solo sobre la revalorización porque el sistema tiene hoy el mayor déficit de su historia y se enfrenta a un reto demográfico sin parangón.
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