Siete de cada diez agricultores planea mejorar el regadío de sus cultivos a través de la tecnología. Opciones, como las meigas, haylas. Quizá de las soluciones que más se habla son aquellas que tienen que ver con la instalación de sensores, con Internet de las cosas (IoT). Se trata de colocar medidores que avisen del estado de la tierra para abrir o no el grifo.
La empresa israelí Manna Irrigation Intelligence plantea otra propuesta, que tiene que ver con los satélites. Esta compañía realiza pruebas de riego a través de satélites desde 2017 en España. Abarca 3.200 hectáreas de medio centenar de cultivos diferentes (cereales, maíz, tomates, hortalizas, verduras...).
Después de tres años de investigaciones, la corporación asegura que la factura de agua puede reducirse para los agricultores hasta un 30%. Es decir pagarían casi un tercio menos respecto a la situación actual.
"La mejora de la eficiencia de consumo es del 18%, un 15% para tomate de industria, un 10% para algodón y hasta un 23% en el caso del maíz, lo que puede reducir, en el caso de los cereales, hasta un 15% los costes de producción", explica la compañía israelí.
La tecnología
Manna, que así se llama la solución -en un claro guiño a la palabra maná-, funciona mediante la recogida y análisis de distintos datos que son cruzados con imágenes satelitales de alta resolución, que dan una idea de cuál es el estado de hidratación del suelo a cultivar, con una presición de 3 metros cuadrados. Información que el usuario recibe a través de una aplicación que se descarga en el teléfono móvil.
De esta manera, recoge el tipo de terreno o la previsión meteorológica actualizada en una horquilla temporal de horas. Las imágenes satelitales, tanto gratuitas como de pago, "permiten obtener imágenes del verdor y el vigor de la planta cada 3 días, aproximadamente, y datos de información meteorológica localizada, actualizados cada seis horas, para, a partir de su análisis con algoritmos, ofrecer recomendaciones de riego precisas y perfectamente adaptadas a las condiciones de cada terreno".
La solución también muestra lo que ha sucedido los dos años anteriores para poder analizar y planificar estrategias diferentes de cultivo en cada caso. El sistema es compatible con cualquier otro avance tecnológico que el agricultor desee integrar, como es el caso de sensores basados en Internet de las Cosas (IoT). El coste de la aplicación es de entre 15 o 20 euros al año, y en el mismo se incluye el soporte y la consultoróa a través del teléfono o de Internet.
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