El 2020 ha sido un año muy complicado para la banca española. Tanto, como para que las seis entidades que hoy cotizan en el Ibex registraran unas pérdidas conjuntas de 5.535 millones de euros, lastradas, eso sí, por Banco Santander, que cerró el ejercicio con unos números negativos de 8.771 millones de euros. Durante el pasado año las dotaciones para provisiones por riesgos ascendieron a 18.900 millones, lo que da una idea de cuál es la situación que vive el sector financiero en un entorno de desplome del PIB (-11%), tipos de interés negativos en el corto y medio plazo e incremento de los riesgos asociados al crédito por la disminución de la ocupación laboral y el incremento del paro.
Son muchos los indicadores y las voces que advierten de que lo peor está todavía por llegar, porque las medidas de apoyo a los trabajadores, familias, colectivos y sectores empresariales más vulnerables siguen en vigor y distorsionan el diagnóstico exacto de la situación presente y futura. Uno de los últimos datos en conocerse ha sido el de las renegociaciones crediticias, que ha puesto de manifiesto las dificultades de hogares y sociedades para hacer frente a los compromisos financieros adquiridos. El pasado año, las renegociaciones de préstamos hipotecarios ascendieron a 2.603 millones de euros, un 97,5% más que en el ejercicio anterior, cuando se contabilizaron 1.318 millones, según los últimos datos recogidos por el Banco de España. Suponen cerca del 6% de las nuevas operaciones anuales. Hay que remontarse a 2016 para encontrar un volumen más elevado.
La situación de dificultad no es patrimonio exclusivo de los créditos destinados a la adquisición de una vivienda, aunque sí son los más llamativos por su variación. La financiación al consumo está aquejada de los mismos problemas, aunque sus números, comparativamente, llaman menos la atención. En 2020 se renegociaron créditos para la compra de coches, motocicletas o televisores de alta gama por valor de 635 millones de euros, lo que supone un incremento del 46%. Habría que trasladarse cinco años atrás para encontrar una cifra similar.
La situación de dificultad no es patrimonio exclusivo de los créditos destinados a la adquisición de una vivienda, aunque sí son los más llamativos por su variación
En el caso de las empresas, el volumen ha sido ligeramente inferior al de 2019: 21.054 millones, aunque el dato del mes de diciembre es particularmente preocupante. En dicho mes se modificaron las condiciones iniciales en créditos por importe de 3.550 millones de euros, el doble que en el mes anterior y un 72,2% por encima de la cifra del mismo mes de 2019.
La renegociación de un préstamo se realiza cuando las condiciones fijadas en el momento de su firma no son soportables para el prestatario, porque sus circunstancias económicas, por ejemplo, hayan empeorado, o porque el plazo de financiación se ha quedado corto en el tiempo por razones sobrevenidas. No está, por tanto, recogidas en las estadísticas que puntualmente publica el Banco de España sobre la aplicación de moratorias legislativas y sectoriales.
Se hace de forma voluntaria y normalmente afecta a la cuota mensual que se paga y al plazo de vigencia. En el primero de los casos, la renegociación va acompañada de una disminución de la cantidad a pagar; en el segundo, el periodo de amortización se alarga e, incluso, se puede pactar un periodo de carencia con el fin de dar tiempo a que la situación económica personal o general mejore.
Medidas para combatir la pandemia
Los sorprendente del dato conjunto del pasado año es que se ha producido en un momento en el que el Gobierno tiene en marcha una batería de medidas tendentes a paliar los brutales efectos de la pandemia, reflejados en el parón de la actividad económica, la reducción del numero de asalariados en 604.600 en los últimos doce meses o el aumento del número de parados en 527.900. Por si fuera poco, alrededor de 739.000 trabajadores se encuentran bajo el paraguas temporal de los expedientes de regulación temporal de empleo.
El pasado año empezó con una reducción espectacular de las renegociaciones crediticias. Entre enero y abril cayeron en un 27,5%. Pero todo cambió en mayo y junio. En esos dos meses, el número de operaciones se multiplicó por más de cinco: de 218 a 1.163 millones. El primer semestre finalizó con un aumento del 73,8% en el volumen de dinero que modificó sus condiciones iniciales. El problema ha sido que la segunda mitad del ejercicio intensificó la tendencia y entre julio y diciembre la variación fue del 137%.
La última actualización de los datos de la moratoria legislativa de las deudas hipotecarias y la suspensión temporal de las obligaciones derivadas de los contratos de créditos sin garantía hipotecaria para personas físicas que se encuentren en situación de vulnerabilidad económica por la pandemia indica que se han aprobado 1,38 millones de solicitudes, por un importe global (deuda pendiente de amortizar) de 54.114 millones de euros.
De esta cantidad, la mayor parte (más de 796.000 solicitudes aprobadas) corresponde a moratorias sectoriales, con 31.480 millones. Otras 362.000, son contratos de crédito sin garantía hipotecaria (2.679 millones), y el resto, otras 220.000, a préstamos con garantía hipotecaria, por importe de 19.955 millones. En ningún caso van más allá del 4,8% del saldo de préstamos del total del sistema.
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