Pedro Passos Coelho (Coímbra, 1964) no sabe qué hueco en la historia de Portugal le deparará su apuesta a ultranza por la austeridad; pero, por lo pronto, el primer ministro luso se faja por ser un estadista, un técnico, un mini-Mario Monti a la proa de un pequeño país. El dirigente liberal no quiere simbolizar el derroche: si Monti se cargó de un plumazo la candidatura de Roma a las Olimpiadas de 2020, Passos Coelho hizo lo mismo con el AVE Madrid-Lisboa en marzo del año pasado. Juegos y AVE, dos emblemas del despilfarro que perduran en España. Sin embargo, el ministerio de Fomento que tutela Ana Pastor ha conseguido que el rechazo del vecino no arruine del todo los proyectos impulsados por ambos países.
Así, no habrá un AVE que conecte las dos capitales de la Península Ibérica pero sí un desarrollo del transporte de mercancías entre los dos estados. De acuerdo con Portugal, la conexión se hará por Extremadura (entre Sines y Badajoz, como se preveía en el caso del tren de alta velocidad), saldrá por 700 millones de euros, estará funcionando en 2015, permitirá unir los puertos mediterráneos con el Atlántico y precisará de una técnica de construcción mucho más barata que la del AVE tradicional, que requiere entre 20 y 25 millones de euros por cada kilómetro construido.
Lisboa piensa en un tren rápido que transporte las mercancías: no es la alta velocidad, pero sí la “velocidad alta”, también conocida como el tercer carril: se trata de acoplar un tercer raíl por el interior del ya existe, convirtiendo el ancho de vía ibérico en internacional y así lograr una mayor rapidez. Toda la red ferroviaria portuguesa cuenta con este ancho de vía, frecuentemente asociado solo a España. Se supone que por el tercer carril pueden transitar también trenes de viajeros a una velocidad punta de entre 200 y 250 kilómetros hora aproximadamente.
Desconfianza en Renfe
El ahorro es evidente con esta fórmula: de los 1.500 millones de euros (sin añadir el casi siempre inevitable sobrecoste) que costaba el tramo de 150 kilómetros entre Badajoz y Sines a menos de la mitad de lo presupuestado. Pero el ahorro llega solo del lado portugués: el plan parte de la premisa de que Fomento terminará uniendo por AVE Madrid y la ciudad extremeña, trayecto que incorporará el tercer carril luso. Además, varios diarios del país vecino arrojaron sus dudas esta semana sobre la viabilidad del asunto. En otras palabras, el proyecto se basa en supuestos que no están demasiado bien pulidos, precisamente.
En privado, el ministro de Economía luso Álvaro Santos Pereira (que gestiona el proyecto y ha mantenido numerosos encuentros con Ana Pastor) confiesa que existen “conversaciones con España y Francia y con la Comisión” para hablar de la financiación del tercer carril, que tendrá dimensión interestatal y solo se hará si recibe fondos europeos. También en privado, fuentes de Renfe no esconden su desconfianza hacia las intenciones del vecino: “En materia de infraestructuras, los portugueses un día lanzan una cosa y al día siguiente la defenestran. Debemos mostrarnos cautelosos ante un proyecto que ya ha sido alterado en muchas ocasiones desde el Palacio de São Bento”.
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