La rentabilidad del bono estadounidense de referencia a diez años se encuentra en zona de máximos de los últimos 16 años, por encima del 4,3%, y algunos expertos esperan que suba hasta el 5%. El rendimiento del bono a dos años roza el 5%, con la curva claramente invertida. En el mercado de renta fija, las rentabilidades se mueven de manera inversa a los precios.
¿Qué está pasando?
La fuerte subida de las rentabilidades de los bonos viene de la mano de las subidas de tipos de la Reserva Federal. La responsable de la política monetaria ha aumentado las tasas en más de cinco puntos porcentuales durante el último año y medio para combatir la creciente inflación, dejándolas de momento en un rango entre el 5,25% y el 5,50%.
Hace apenas unas semanas, Wall Street parecía casi seguro de que la Reserva Federal casi había terminado con este ciclo de aumentos de tipos, que muchos economistas habían anticipado que encaminaría a EEUU a una recesión. Pero una serie de datos económicos sólidos han desafiado esas nociones.
En su reunión de julio, los responsables de la Fed avisaron de que pronto podrían ser necesarias más subidas de tipos de interés, según las actas publicadas la semana pasada. Ahora, todas las miradas están puestas en el tradicional simposio de Jackson Hole, que arrancará el jueves pero que tendrá su plato fuerte en la intervención el viernes del presidente de la Fed, Jerome Powell. De lo que diga podría depender de si el mercado se tensiona más o las rentabilidades se relajan.
Implicaciones para la Bolsa
El aumento de las rentabilidades no implica solo que el Gobierno estadounidense tenga que pagar más intereses por pedir prestado dinero, sino que tiene fuertes implicaciones en todos los mercados financieros, incluida la Bolsa.
Tradicionalmente, las subidas de las rentabilidades son una mala noticia para las acciones, que a la postre compiten con los bonos por los dólares de los inversores. Y en este caso podría no ser una excepción. “Si bien creemos que una economía estadounidense fuerte no debería ser un mal resultado para las acciones, las preocupaciones sobre unos costes de endeudamiento probablemente mucho más altos para las empresas parecen estar compensando cualquier posible repercusión positiva en las ganancias corporativas”, explican los analistas de Nomura en una nota.
Además, “normalmente los picos en los rendimientos de los bonos del Tesoro exponen otras áreas de debilidad”, avisa Megan Horneman, directora de inversiones de Verdence Capital Advisors. “El aumento de los rendimientos hará que la refinanciación de la deuda sea aún más gravosa”. “Este es un riesgo para las acciones tecnológicas y las acciones de crecimiento (growth) con múltiplos de PE elevados. Por lo tanto, esperamos que sea probable una caída adicional en el mercado de valores”, continúa Horneman.
Fortaleza del dólar
Otro factor a tener en cuenta es que el dólar estadounidense tiende a beneficiarse cuando aumentan las rentabilidades. Y cuando el dólar se fortalece, las acciones de EEUU generalmente sufren, explica Adam Turnquist, estratega técnico jefe de LPL Financial. Un dólar más fuerte puede reducir el valor de los ingresos en el extranjero de una empresa y encarecer las exportaciones para los consumidores de otros países, lo que podría perjudicar las ganancias corporativas.
En ese sentido, Alan Ruskin, analista de Deutsche Bank, sostiene que el cambio de perspectiva para los tipos probablemente hará que el dólar suba aún más. “EEUU ha pasado de los temores de recesión a mayores posibilidades de no aterrizaje”, explica. “Esto incluye una posible tasa terminal más alta, o una meseta más larga cerca de las tasas máximas que sea positiva para el dólar frente a las monedas del G10 y de los mercados emergentes”.
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