El Gobierno quiere allanar el camino hacia el rescate. Rajoy ha expresado a Merkel su compromiso con las reformas y ha intentado que la canciller le ayude a convencer a los países del norte hostiles a los salvamentos de que no pongan más trabas.
El Gabinete de Rajoy es consciente de que la calma de los mercados se mantiene porque los inversores descuentan que Europa prestará asistencia a España. Y uno de sus temores consiste en que se si se solicita la ayuda, entonces empiece una suerte de vía crucis por los 17 parlamentos y que cualquiera de ellos lo obstaculice o pretenda imponer nuevas condiciones. Una incertidumbre que dejaría al país otra vez a los pies de los mercados.
Una posibilidad que baraja el Gobierno es aplazar la petición de apoyo hasta la entrada en vigor del fondo europeo permanente, el Mede, a principios de octubre. Éste no precisa la unanimidad de los Estados y, por lo tanto, no puede ser boicoteado por los halcones.
Por si acaso, Rajoy se reúne hoy con el presidente finlandés, Jyrki Katainen, uno de los más severos con las ayudas, al objeto de asegurarse su respaldo y que éste no vuelva a entorpecer la inyección de fondos.
Los finlandeses se resistieron en julio a dar auxilio a la banca española y el Ejecutivo de Rajoy tuvo que acordar que les entregaría avales por valor de 770 millones de euros a cambio de la ayuda.
En cualquier caso, el Gobierno ya ve cómo se están despejando algunas dudas. Los comisarios europeos Olli Rehn y Joaquín Almunia han aclarado que las condiciones del rescate serán las mismas que ya se exigen a España. Aunque eso sí, habrá letra pequeña: se fijarán plazos más concretos y mayor detalle.
Algunos analistas explican que Europa prefiere tener rescatada a España para poder así apretar las tuercas cada vez que haya un desembolso de ayuda si no cumplimos, igual que se ha hecho, por ejemplo, con Grecia.
Otra posible fuente de problemas estribaba en el dictamen del Constitucional alemán sobre la legalidad o no del fondo permanente (el Mede). Sin embargo, ya casi nadie espera que el alto tribunal tumbe el fondo este miércoles, aunque sí hay cierta preocupación porque pueda recomendar que se brinde al Parlamento germano un mayor control sobre los desembolsos, lo que burocratizaría aún más los rescates. En la actualidad, basta con que los apruebe una especie de comisión parlamentaria.
Por un lado, un informe del Bundestag indica que el fondo “posiblemente conlleva una inmediata y potencialmente ilimitada responsabilidad”. Por otro, el presidente del Bundesbank se ha mostrado en contra de que el BCE compre deuda de Estados. Ambas opiniones podrían influir sobre los magistrados.
Y, por encima de todo, este debate está contribuyendo a extender la visión moralista de que esta crisis se reduce a una cuestión de disciplinar a los despilfarradores de la periferia. Una buena parte de los comentaristas tudescos considera que el contribuyente alemán es el pagano y que las políticas del BCE generarán inflación.
Las elecciones de este miércoles en Holanda, otro país hasta el momento bastante duro con los rescates, también pueden representar un espaldarazo para el Gobierno de Rajoy. Por suerte para España, las encuestas de los Países Bajos han dado un giro y arrojan ahora un Ejecutivo de coalición proeuropeo entre liberales y laboristas.
Por último, este miércoles se presenta el proyecto de unión bancaria, una vez que la Comisión Europea y el Gabinete de Merkel han arreglado sus discrepancias. Finalmente, prevalecerán las tesis germanas consistentes en que el BCE sólo puede supervisar las entidades sistémicas y no las cajas alemanas.
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