Cambio de época en la política económica. Por primera vez después de casi una década, la Reserva Federal ha subido los tipos un 0,25 por ciento. Por primera vez desde que se inició ‘La Gran Recesión’, un banco central comienza a desandar la política de tipos de interés cero, un terreno nunca antes explorado y del que muchos piensan que no se puede salir.
En principio, un alza del 0,25 no supone un gran cambio en el escenario macroeconómico de Estados Unidos. Pero el contenido simbólico es importantísimo. Y aún más importante se antoja la manera en que la presidenta de la Fed comunicó los cambios. Las bolsas acogieron el anuncio con subidas porque Janet Yellen enfatizó que las alzas serían graduales y se implementarían suavemente. A los inversores también les gustó mucho que la Fed pusiese el acento en que se mantendría el tamaño de su balance. Es decir, no va a retirar billetes del mercado. Y sobre todo se vieron especialmente entusiasmados por la idea de que habría inflación y, en consecuencia, mejorará el comportamiento de las acciones.
Es más, implícitamente Yellen rechazó la teoría del estancamiento secular que sostiene que estamos inmersos en una era de bajos crecimientos y baja inflación. En opinión de la presidenta de la Fed, la inflación se comportará como lo ha hecho siempre y, por lo tanto, alcanzará el 2 por ciento en el medio plazo. Pero esa no es la opinión de economistas tan prestigiosos como Larry Summers o Bill Gross, quienes han criticado que esa visión simplemente constituye una forma antigua de mirar a la economía y que no tiene en cuenta los cambios que se están operando, cambios como la competencia que trae la globalización, las mejoras tecnológicas, el envejecimiento demográfico o el exceso de deuda. El debate está abierto, y las decisiones de la Fed se van a poner indudablemente a prueba en los próximos trimestres.
La Reserva Federal prevé hasta cuatro subidas seguidas durante 2016. Sin embargo, se corre el riesgo de que un dólar fuerte y un empeoramiento de los mercados cuestionen el análisis de la Fed. Muchos analistas consideran que el año que viene no habrá tantas subidas de tipos como vaticina el banco central estadounidense.
Y como ya hemos apuntado, todo esto ocurre en medio de una encendida polémica sobre si realmente se pueden subir tipos en el contexto actual. Por un lado, están los detractores que piensan que todavía es demasiado pronto. Pese al pleno empleo, en Estados Unidos no hay señales de inflación salarial y ha aumentado la proporción de inactivos, lo que podría presionar a la baja sobre los salarios si éstos comienzan a reincorporarse a la carrera laboral. Un dólar fuerte tiene un efecto contractivo sobre la actividad de EEUU igual que si se subiesen los tipos, un hecho que se está viendo alimentado por el camino opuesto que están tomando el BCE, el Banco Popular de China y el resto de emergentes, los cuales siguen depreciando sus monedas para reanimar sus respectivas economías. Además, un desplome de la demanda combinado con un exceso de oferta han provocado un precio del petróleo en caída libre que, a su vez, asegura una inflación muy deprimida. En general, las mencionadas presiones estructurales como la competencia global, los cambios tecnológicos o la demografía pesarán sobre la inflación.
Para colmo, existe el riesgo de que la restricción financiera de la Fed provoque salidas de capital de los emergentes y de los mercados de riesgo, disparando turbulencias similares a las vividas en el 'flashcrack' de otoño de 2014. En los últimos días, el mercado bursátil ya había caído, las primas de riesgo se estaban encareciendo y las commodities se desplomaban. No parece que en esas circunstancias se estén inflando aún más las burbujas, aseguran los que defienden posponer el alza de tipos.
Sin embargo, eso no es lo que opinan los partidarios de iniciar un ciclo alcista. A juicio de éstos, el pleno empleo finalmente se trasladará a la inflación. Y existe un alto riesgo de mantener burbujas financieras por culpa de una política ultraexpansiva, argumentan.
Sobre todo, lo más importante es que los incrementos de tipos permitirán a la Fed recuperar una cierta capacidad de maniobra de cara al futuro. Mediante una pequeña subida tras otra, obtendrá algo de margen para poder responder a una nueva recesión cuando ésta llegue. De lo contrario, no tendría más balas con las que disparar si sobreviene otra recaída y los tipos siguen a cero.
En cualquier caso, la Fed reiteró que estos movimientos se aplicarán muy lentamente, de forma que se pueda comprobar cuál es el impacto sobre la economía norteamericana antes de proseguir con más repuntes. A partir de ahora, habrá que vigilar muy de cerca la inflación a fin de saber qué pasará con el precio del dinero. La capacidad de subir tipos va ser puesta a prueba en un mundo dominado por el fantasma del estancamiento secular.
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