Bruselas cierra sus últimas reuniones energéticas del año para enfrentarse a un 2023 que promete ser más exigente que el año anterior. El último asunto pendiente era el acuerdo para capar el precio del gas que compra Europa ante los posibles 'bandazos' del mercado ante un cierre definitivo del grifo con Rusia en el año entrante y una mayor demanda asiática. Un pacto que han logrado Teresa Ribera y el resto de 'colegas europeos'. Aunque el celebrado acuerdo tiene ciertos riesgos.
La mayoría de miembros de la Unión Europea han disparado este año la búsqueda de nuevos acuerdos para comprar tanto gas natural como gas natural licuado (GNL) para afrontar la crisis energética. Por ello, este acuerdo ha sido tan difícil. Porque la decisión es delicada. Europa comunica a los proveedores de gas que el precio está capado mientras busca aumentar los contratos. Desde el sector energético comentan con Vozpópuli que este asunto puede ser "peligroso" a corto y medio plazo.
Desde el estallido de esta guerra, los estados miembros han anunciado planes para dar un gran impulso a la capacidad de las terminales de importación de GNL, incluyendo ampliaciones de las terminales en funcionamiento, en todo el continente. En España, por ejemplo, destaca el caso de El Musel que planea por primera vez en su historia ponerse en funcionamiento tras años en hibernación.
Como recuerdan en Global Energy Monitor (GEM), hasta finales de noviembre, la respuesta a la crisis ha traído consigo el anuncio de 195 miles de millones de metros cúbicos (bcm)/año de capacidad adicional para entrar en funcionamiento entre 2022 y 2026, según los datos de GEM. Antes de la guerra, las terminales de importación operativas de la UE tenían 164 bcm/año de capacidad de regasificación disponible.
"Se ha invertido muchísimo tiempo y dinero en la gran apuesta de Europa por la capacidad de GNL este año", señala Greig Aitken, Project Manager de Europe Gas Tracker. "Es limitado y caro suministro mundial de GNL sigue siendo el problema fundamental que estos nuevos proyectos no pueden superar a corto plazo. Cuando la escasez de suministro disminuya en 2026, habrá que utilizar estas infraestructuras de capacidad excesiva para evitar que se conviertan en activos varados, pero al hacerlo se pondrán en peligro los objetivos climáticos de Europa, ya que exigen recortes sustanciales en el consumo de gas", añade.
Se espera que siete proyectos de plantas de regasificación empiecen a operar en 2023 con una capacidad potencial de 36,6 bcm/año. Con los datos de GEM, suponiendo que los proyectos que aún no están en construcción se pongan en marcha a tiempo para finales de 2023, Europa tendría 78,7 bcm su capacidad de importación frente a la crisis desde febrero de 2022 y permitiría ampliar la capacidad de almacenamiento que, ahora mismo, supera el 90%.
'Plan b'
Los países tienen un 'plan b' si este pacto espantan estos proveedores. El mecanismo acordado se activa cuando, durante tres días consecutivos, el precio del ínidice TTF alcanza los 180 euros/MWh y supere en 35 euros /MWh el precio de referencia de los mercados globales de GNL. Pero hay palancas que suspenden el mecanismo si el asunto se pone "peligroso".
Una declaración de emergencia tanto a nivel UE como regional en el sector del gas natural cancela lo acordado. También se puede anular si se considera que se está produciendo inestabilidad de los mercados financieros, en particular, si se detecta un incremento de los requerimientos de garantías (‘margin calls’) a las empresas que operan en los mercados organizados de gas.
Otra señalar de alarma que puede llevar a los firmantes a desactivarlo es que exista un descenso de la llegada de GNL que afecte a la seguridad de suministro también podría suspender el mecanismo. Y, por último, un descontrol en la demanda de gas por bajas temperaturas o por necesidades de producción eléctrica sería otra palanca para suspender el tope.
Este riesgo se asume de forma casi unánime por los países miembros. Finalmente, países como España o Italia han conseguido que Alemania apoye un límite al precio del gas gracias, en parte, que se incluye en el pacto un acuerdo relativo a la aceleración de proyectos renovables (permitting). Sólo se ha opuesto Hungría y se han abstenido tanto Austria como Países Bajos.
Más gas mientras se reducen emisiones
Los países miembros avisan a sus proveedores que ahora van a limitar el precio al que pueden vender el gas y, en el largo. Este fin de semana han anunciado que, en el largo plazo, van a usar menos el gas de lo que pensaban gracias a una mayor ambición en el recorte de las emisiones de CO2. 'Su' gas tiene fecha de caducidad en Europa.
Algo que no gustará a socios como Estados Unidos y Qatar, que planean nuevos proyectos de extracción para 2026, según recuerdan desde Global Energy Monitor. Inversiones que esperan que sean rentables gracias, principalmente, a Europa.
El paquete acordado por el Parlamento Europeo y el Consejo para lograr el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero del 55% en 2030 respecto de 1990 reducirá el uso del gas. El compromiso, adoptado en el seno de la Unión, fortalece el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE (ETS), aplica el comercio de emisiones a nuevos sectores para una acción climática eficaz en toda la economía y establece un Fondo Social para el Clima.
Se aumenta la ambición de ETS que fija un precio al CO2 y reduce el nivel permitido de emisiones cada año en sectores que incluyen la generación de energía y calor, los sectores industriales de elevado consumo energético y la aviación comercial.
El acuerdo reducirá las emisiones de los sectores del ETS un 62% para 2030, en comparación con los niveles de 2005. Este aumento de la ambición en la reducción de emisiones castigará el consumo de gas en Europa y reducirá de golpe las importaciones a estos proveedores.
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