El Gobierno tiene más motivos que nunca para colocar cuanto antes la deuda prevista para 2023. En marzo, el Banco Central Europeo (BCE) marcará otro hito en la desescalada de la crisis. Empezará a soltar lastre, deshaciéndose de grandes partidas de deuda acumuladas desde la era de Mario Draghi. Paralelamente, restringirá cada vez más su apoyo a los países más manirrotos, como España. La evolución de los mercados de deuda a partir de la primavera es una incógnita. Y ese escenario es el pasto ideal para que resucite la prima de riesgo... y vuelvan los 'fondos buitre'.
Que la tensión regrese a los mercados ya es, de por sí, una contrariedad para cualquier gobierno. Pero que el temporal cobre forma en plena campaña electoral multiplica por dos el problema para el gabinete que lidera Pedro Sánchez. Y eso es lo que inquieta estos días a Moncloa, en vista de las señales preocupantes que han emitido las dos subastas recién realizadas por el Tesoro.
Ningún broker estaría analizando estos días el estado de salud de la deuda española si nuestros bonos, letras y obligaciones se hubiesen colocado esta semana a buen precio. No ha sido así. Este martes, el Tesoro tuvo que abonar la rentabilidad más alta en una década para colocar letras a 10 años: un 2,98%. El Estado subastó finalmente deuda por valor de 4.893 millones de euros. Dos días más tarde, repartió otros 6.935 millones, también con una rentabilidad muy superior en la mayoría de las referencias. Por ejemplo, pagó por las obligaciones del Estado a largo plazo (23 años) un interés del 3,439%, el triple del abonado un mes antes (1,134%).
Las dos primeras subastas del año reflejan la realidad que afronta el Tesoro: los grandes inversores están dispuestos a incorporar a sus carteras nuestra deuda soberana sólo si le sacan mayor partido. Lo tiene asumido el Ministerio de Economía. Contando con un escenario de cierta estabilidad -o sea, sin sobresaltos en la guerra-, el Tesoro cuenta ya con emitir toda la nueva deuda prevista en 2023 (70.000 millones) al interés más alto desde 2014. Lo ha contado en Vozpópuli Rubén Sampedro. Por aquellas fechas, los españoles aún no se habían recuperado del susto que supuso el rescate financiero, concedido en 2012 a cambio de severos ajustes.
La factura saldrá más cara si las cosas se tuercen en Ucrania. En total, sumando las nuevas emisiones y la reinversión de la deuda en circulación, el Tesoro tiene que colocar casi 257.000 millones. Esa cifra, un 8,2% superior a la de 2022, es la que recogen los Presupuestos Generales del Estado (PGE), con el techo de gasto más alto de la historia.
En contra del Gobierno juegan por ahora dos factores. El primero es el cambio de la política monetaria, materializada ya en cuatro subidas de los tipos de interés desde julio (del 0% al 2,5%). El segundo es el que más preocupa en Moncloa: la restricción de las compras del BCE, que obliga a buscar otros inversores con apetito. Y ahí es donde entran en juego los grandes fondos, con el rey del Ibex, BlackRock, a la cabeza.
La multinacional que lidera Larry Fink es el máximo exponente de lo que el ala morada del Ejecutivo considera el capitalismo más salvaje. Son los reyes del libre mercado, los que recelan de los países demasiado endeudados (como España) y de los gobiernos excesivamente intervencionistas con las normativas o la fiscalidad (como el español). Todos son "fondos buitre" a ojos de Unidas Podemos. El programa electoral con el que concurrieron a las últimas elecciones generales hace referencia a ellos en cinco ocasiones. "Cada vez que hay que enfrentarse a las eléctricas, a la banca o a los fondos buitre para defender los derechos de la gente, al PSOE le tiemblan las piernas", denunciaba el partido liderado entonces por Pablo Iglesias, quien luego acabó de vicepresidente con Sánchez.
BlackRock y otros grandes fondos tendrán que asumir ahora el papel que venía desempeñando el BCE. También los mayores bancos, a los que Sánchez ha castigado con un nuevo impuesto. La gran diferencia es que el BCE prestaba apoyo para ahorrar turbulencias a la Eurozona. Los agentes privados lo harán para hacer negocio. Buitres o no, esa es su razón de ser. Sánchez es plenamente consciente. Por eso mismo, se reunirá con el mismísimo Larry Fink, y otros 'capos' de fondos (como Mubadala), el próximo martes en el Foro de Davos.
“A partir de marzo de 2023, el tamaño de la cartera del APP descenderá a un ritmo mesurado y predecible, dado que el Eurosistema no reinvertirá íntegramente el principal de los valores que vayan venciendo”, avanzó Christine Lagarde en su última comparecencia de diciembre. La presidenta del BCE se refería al mecanismo con el que ha ido adquiriendo deuda, a través de distintos programas, en los años posteriores a la crisis financiera. Todo con el objetivo de mantener a raya las primas de riesgo de los países con más desequilibrios, como Italia, España o Grecia. Durante casi una década, la institución afincada en Fráncfort ha atesorado ingentes cantidades de deuda española (más de medio billón de euros sólo con los programas PSPP y PEPP).
Desde marzo hasta el final del segundo trimestre, coincidiendo con las elecciones autonómicas y municipales, el BCE se deshará cada mes de un paquete de 15.000 millones de deuda. Al arranque del verano, anunciará su actuación en los meses siguientes. La mayoría de los analistas coinciden en que, si los mercados no se revuelven, incrementará la partida mensual. Cuando lleguen los comicios generales, continuará vaciando su balance.
La retirada del BCE pondrá a prueba la capacidad de resistencia de la deuda española, que lleva años ‘dopada’ artificialmente. El bono a 10 años se cotiza hoy aún a niveles ‘razonables’, con un interés del 3,2%. La prima de riesgo (el diferencial entre el interés del bono alemán y el español) también se mueve en torno a los 100 puntos, beneficiada, precisamente, por la complicada situación de la economía germana.
En los próximos meses, los inversores irán conociendo el estado real de salud de la deuda española. El economista Daniel Lacalle lo describe de forma muy gráfica: “La prima de riesgo raramente anticipa un problema, es la manifestación del mismo”. Es decir, si el diferencial se dispara, es porque la infección ya está extendida.
La prima de riesgo raramente anticipa un problema, es la manifestación del mismo"Daniel Lacalle
El repliegue del BCE no ha sido absoluto. Ya no compra deuda soberana nueva, pero se reserva la posibilidad de reinvertir parte de los bonos que van caducando. Un ejemplo: entre junio y julio de 2022, coincidiendo con la primera subida de tipos en 11 años, atesoró deuda española por valor de 6.000 millones de euros. El BCE intervino al comprobar que la prima de riesgo de nuestro país comenzaba a calentarse. No en vano, el 14 de junio, una semana antes de que Lagarde apretara el botón, la prima de riesgo repuntó hasta los 138 puntos, su máximo anual.
La mano de Fráncfort contribuyó a evitar las primeras décimas de fiebre. A partir de marzo, esa medicina se administrará con cuentagotas. Si España u otros países periféricos vuelven a calentar los mercados de deuda, el BCE activará un nuevo programa, denominado TPI (Transmission Protección Instrument). La gran diferencia con los anteriores es que este concede ayudas a cambio de condiciones. O sea, de ajustes. Una palabra maldita para cualquier presidente de gobierno. Y más en año electoral.
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