El Gobierno está examinando todos los impuestos para plantear una reforma fiscal, pero el tributo sobre las bebidas azucaradas, que hace un par de años estaba encima de la mesa, no figura en la agencia. Y eso que los expertos creen que sería una medida muy eficaz para reducir el consumo de azúcar y que podría aportar hasta 200 millones a las arcas del Estado, según las estimaciones que se hicieron hace unos cuantos meses.
Según un informe firmado por Desiderio Romero-Jordán y José Feliz Sánz-Sánz incluido en la última edición de 'Cuadernos de Información Económica' de Funcas, una figura de este tipo "resultaría potencialmente ingesta de azúcar. De hecho, existe en muchos países europeos, como Portugal, Francia o Reino Unido.
El Gobierno de Mariano Rajoy se decidió a incluir un tributo similar al de estos países en los Presupuestos de 2017, pero la presión de los lobbies internos le llevó a aplazar sine die la decisión. Lo cierto es que desde mucho antes de saberse que podría haber un impuesto para las bebidas azucaradas en España, los lobbies tomaron posiciones para convencer al Ejecutivo de sus postulados.
Todo el mundo apuntaba con el dedo a Coca-Cola, la gran marca de bebidas azucaradas, que se mostraba contraria al impuesto. Pero no era la única. Directivos de bebidas carbonatadas lanzaban en privado el debate. ¿Por qué no los zumos? ¿Y los batidos? ¿Por qué no la bollería industrial, rica en azúcar añadido y en otros componentes poco saludables?.
El azúcar en Europa
El estudio de Funcas repasa lo que han hecho otros países en esta materia y pone de manifiesto que los impuestos sobre el azúcar han ganado terreno en poco tiempo como instrumentos al servicio de la política fiscal en diversos países. Con la excepción de Noruega, que introdujo un impuesto de estas características en 1981, el resto de países que actualmente lo tiene lo ha incorporado a sus sistemas fiscales entre 2011 y 2018.
¿Cómo gravan el azúcar?En esencia, las legislaciones analizadas identifican las bebidas no alcohólicas azucaradas con las bebidas carbonatadas, aunque algunos países incluyen también otras bebidas como las aguas aromatizadas, las leches vegetales o los zumos con azúcares añadidos.
Una minoría de estos países ha optado por gravar únicamente el volumen de la bebida con independencia de la cantidad de azúcar –Bélgica, Letonia y Noruega aunque este último con un alto tipo de gravamen-, mientras que el resto tienen en cuenta la relación entre cantidad de azúcar y volumen de bebida –Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Irlanda, Portugal y Reino Unido–.
En los países que gravan el volumen de bebida, el rango de tipo va de los 0,022 euros por litro de Hungría a los 0,48 euros de Noruega
En los países que han optado por gravar el volumen de bebida, el rango de tipo es muy grande y va de los 0,022 euros por litro de Hungría a los 0,48 euros por litro de Noruega. Por su parte, Estonia, Irlanda, Portugal y Reino Unido han establecido dos tramos de impuesto: el primero para cuando la cantidad
de azúcar por cada 100 ml de bebida está comprendida entre 5 y 8 gramos y el segundo para cuando la cantidad de azúcar supera los 8 gramos.
No obstante, el rango de tipos de gravamen es en este caso también elevado. Por ejemplo, para el segundo de los tramos citados, el tipo vigente en Estonia e Irlanda es de 0,30 euros/litro seguido de 0,27 euros por litro en Reino Unido y 0,1669 euros por litro en Portugal.
Además de la comparación con otros países vecinos, Funcas analiza también en el informe la elasticidad del impuesto y concluye que la demanda de bebidas azucaradas es sensible a un cambio en su precio, con una elasticidad computada de 1,12. Esto indica que la introducción de un impuesto sobre las bebidas azucaradas en España resultaría potencialmente eficaz para reducir la ingesta de azúcar.
No está sobre la mesa
Por eso resulta curioso que el PSOE no haya optado por sumar este tributo a la revisión del sistema fiscal que está analizando con Unidos Podemos. Aunque es probable que el Ejecutivo de Pedro Sánchez no esté dispuesto a luchar contra los lobbies, puesto que ya está perdiendo muchas batallas contra las grandes empresas.
De hecho, ya ha retirado de sus propuestas el impuesto a la banca, una figura que defendió con uñas y dientes cuando estaba en la oposición. También ha rebajado considerablemente su propuesta sobre el Impuesto de Sociedades y la lucha contra las grandes empresas del azúcar sería sin duda complicada y, casi con toda seguridad, una batalla perdida.
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