Sólo quienes han organizado alguna vez un gran congreso saben los sudores que acarrea la preparación. Es un auténtico jaleo logístico, que exige meses de trabajo previo, y en el que el organizador se juega su prestigio. El Instituto de la Empresa Familiar (IEF) monta anualmente uno de ellos, siempre en distintas localizaciones del país. Y sus promotores llevan sufriendo los desplantes de Pedro Sánchez… desde 2019.
España no es Alemania. Carece de un tejido industrial abundante de grandes corporaciones. Lo que proliferan, por el contrario, son las pequeñas y medianas empresas (2,9 millones, según el último recuento oficial). Infinidad de ellas son negocios familiares. Unas pocas tienen gran tamaño (como Mercadona, Acciona, Antolín, Gestamp, Puig o Barceló). Pero la mayoría son pymes, que han sobrevivido a más de una generación. Todas ellas dan trabajo a 1,1 millones de personas en España. Por eso es tan flagrante que el presidente del Gobierno sea reincidente en el ninguneo.
Sánchez siempre ha sido invitado para abrir o cerrar el congreso anual del IEF. En 2018 se dejó ver, pero al año siguiente dio la espantada. Y volvió a declinar la invitación en 2021 y 2022 (en 2020, los eventos estaban paralizados por la pandemia).
La institución presidida por Andrés Sendagorta, con José Luis Blanco a los mandos ejecutivos, volvió a enviar este año la invitación al Palacio de La Moncloa. El cónclave se celebrará el 23 y el 24 de octubre en el Palacio Euskalduna de Bilbao. A cuatro días del inicio, Sánchez aún no ha confirmado si asistirá o no. En el programa oficial del evento, el nombre del que debería ser protagonista principal (con permiso de Felipe VI) aparece aún con un asterisco de provisionalidad.
La esperanza en que Sánchez aparezca es tan baja que los organizadores ni cuentan con él ya en la convocatoria de prensa
La esperanza en que Sánchez aparezca es tan baja que los organizadores ni cuentan con él ya en la convocatoria de prensa, enviada ayer. Sólo un giro de guion de última hora -Moncloa es experta en esos virajes- puede desembocar en el retorno del presidente a la cita anual del IEF. Pero, a estas alturas, el vacío está hecho. Que confirme con tiempo la Casa Real y, por puesto Génova (Alberto Núñez Feijóo acudirá el lunes), deja más en evidencia aún a Sánchez, a ojos de los 500 empresarios y empresarias que viajarán a Bilbao.
El agravio gana puntos, además, por su matiz comparativo. El presidente del Gobierno sí ha mimado a otros colectivos empresariales. Siempre ha aceptado las invitaciones del Cercle d'Economía o la patronal Foment del Treball. Que ambas sean catalanas convierte en otro agravio el ninguneo que Moncloa siempre ha hecho a la patronal madrileña, CEIM. Sánchez tampoco ha querido asistir durante su mandato a ningún acto de la asociación empresarial que lidera Miguel Garrido. Y eso que Madrid es, desde hace tiempo, el motor económico de España.
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