Minutos antes de que Santander celebrara, el pasado mes de abril, Junta de Accionistas, la presidenta del grupo, Ana Botín, departió durante unos minutos con los medios de prensa que habían acudido a informar sobre el acto.
Cuando se le preguntó sobre Andrea Orcel, Botín restó relevancia al asunto. El exbanquero de UBS debía haberse sentado a su lado ese día en la Junta como consejero delegado, en lugar de José Antonio Álvarez, si no fuera porque fue despedido en enero, tres meses después de que se comunicara su fichaje.
"En Londres nadie me preguntó por ello", comentó la presidenta del primer banco español, en referencia al Investor Day que Santander organizó en la capital británica unos días antes. Y añadió que la entidad no contemplaba el caso.
El banco no ha hecho ninguna declaración oficial sobre la demanda presentada por el exbanquero de UBS, y tampoco ha ofrecido una explicación sobre su actuación más allá del hecho relevante enviado a la CNMV el pasado 15 de enero y la nota de prensa de ese mismo día en el que se comunicaba el despido de Orcel.
Santander informó que no continuaba con la designación de Orcel como consejero delegado debido a que el coste de su fichaje era excesivo. "Ha quedado claro ahora que el coste para Santander de compensarle por su retribución diferida a lo largo de siete años, y otros beneficios que le correspondían por su puesto anterior sería una suma significativamente mayor que la prevista inicialmente por el consejo en el momento del anuncio de su nombramiento", explicó.
El primer banco español se escuda en el hecho de que el caso Orcel esté ahora judicializado para no tratar el tema. Pero ese silencio provoca una reacción contraria, la de que cuando se publica una información veraz al respecto, como las que publicó el lunes este diario, la atención se dispare.
Relevancia del caso
El caso Orcel no es el caso Villarejo. Pero, ¿por qué también la contratación y despido del banquero italiano despierta interés? ¿Qué tiene de relevante el caso Orcel?
En el fondo, el caso Orcel viene a cuestionar la independencia y necesidad de la existencia de las comisiones de nombramiento y retribución no ya sólo del Santander, sino de la gran banca española. La implicación de Ana Botín tanto en el fichaje de Andrea Orcel como en su posterior despido revelan que la presidenta de Santander hace y deshace.
Como publicó el lunes este diario, de acuerdo a fuentes conocedoras del contenido de la demanda presentada por el banquero italiano, Ana Botín se reunió con Orcel en verano de 2018 en el restaurante de un hotel de Nueva York para tratar de convencer a este de que se integrara en Santander. Y también fue Botín la que, a principios de enero, comunicó en persona en la Ciudad Financiera a Orcel que estaba despedido.
Cuando se dice que el banco ha contratado a un reconocido head hunter para fichar a tal o cual ejecutivo, o que la comisión de nombramientos ha analizado y debatido en profundidad una designación, ¿es todo paripé?
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