Poco después de llegar a la presidencia de Banco Popular, Emilio Saracho, ya había perdido la confianza en el equipo directivo de la entidad y, especialmente, en su director financiero, Javier Moreno, según se desprende del acta de una reunión entre el expresidente y miembros del equipo de supervisión del Banco Central Europeo (BCE), a la que también asistieron Miguel Escrig, director general adjunto al presidente y Miguel Ángel Moral, secretario del consejo.
En dicho encuentro, celebrado el 15 de marzo de 2017, Saracho tuvo que rendir cuentas ante el supervisor acerca del fichaje de Escrig como su mano derecha. El expresidente indicó al BCE que su plan inicial era designar a Escrig como director financiero (CFO), en sustitución de Moreno, pero que se había encontrado con la oposición del entonces consejero delegado (CEO), Pedro Larena, quien quería que ese cargo reportase directamente ante él.
Por tanto, Saracho nombró a Escrig, que había sido director financiero de Telefónica, como director general adjunto al presidente con el objetivo de que realizase una evaluación general de la situación de Popular y recalcó a los representantes del BCE que no se fiaba de Javier Moreno ni del equipo directivo del banco.
Error de transcripción
En cualquier caso, el acta de la reunión, a la que ha tenido acceso Vozpópuli, dice: "El señor Saracho señaló que no confiaba en el CEO ni en la dirección del banco". No obstante, fuentes cercanas a Emilio Saracho aseguran que se trata de un "error de transcripción" y que en realidad el expresidente de Popular se estaba refiriendo a Javier Moreno, de quien la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) sospecha que ejerció un papel clave en la falsificación de las cuentas de 2016.
Precisamente Moreno ha sido recientemente imputado en la Audiencia Nacional por su participación en la caída de Popular y según un informe de la CNMV aportado a la causa tuvo un papel relevante en la decisión de liberar provisiones de créditos problemáticos que no estaban vigilados por el BCE para tapar otros sobre los que sí había puesto el foco el organismo comunitario, presuntamente sin conocimiento del supervisor ni del auditor, PwC.
Sea como fuere, el fichaje de Escrig supuso el primer desencuentro entre Saracho y Larena, que abandonó Popular a comienzos de abril de 2017 por las diferencias existentes entre ambos acerca del rumbo que tenía que adoptar el banco.
La salida de Larena
Según se desprende de otra acta redactada por el BCE, Saracho quería que el exdirectivo de Telefónica fuese director financiero reportando directamente ante él, siendo esta circunstancia "inaceptable" para Larena, que no quería perder peso en el día a día del banco.
De acuerdo a lo que relató el entonces consejero delegado ante la institución que preside Mario Draghi, Saracho había adoptado un papel "mucho más activo" en la gestión del banco de la que tenía Ángel Ron, con consejeros reportando directamente ante él. Esta situación no gustaba a Larena, cuyas funciones se asemejaban más a las de un director comercial que a las de un consejero delegado.
Además, Larena, según el acta, entendía que Popular en aquel momento ya no era un 'bancazo', como había defendido tras su llegada a la entidad, pues se estaba preparando para una operación corporativa, las provisiones de 2016 habían resultado ser mayores de lo esperado, se había abandonado el Proyecto Sunrise y se había anunciado la reexpresión de cuentas, lo que, en su conjunto, hacía al banco "mucho más débil", así que optó por dar un paso a un lado.
Una vez se concretó su salida tras la junta general de accionistas de 2017, Miguel Escrig asumió la dirección financiera del banco, en sustitución de Javier Moreno, e Ignacio Sánchez Asiaín fue nombrado nuevo consejero delegado de la entidad.
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