Se dice, con razón, que los jóvenes son el futuro de un país, pero los séniores aseguran mejor ese futuro dentro del mercado de trabajo. Además, en España, a la luz de su pirámide demográfica, sin ellos, el futuro de la actividad económica va a estar muy comprometido.
Sin embargo, el estudio de la situación del mercado de trabajo en España no es muy edificante para los mayores de 55 años, en comparación con Alemania, Francia, Italia, Polonia, Suecia y Portugal.
Antes de mostrar los resultados del II Mapa de Talento Sénior elaborado por el centro de investigación Ageingnomics, es importante resaltar que, frente a mitificaciones muy extendidas, los mayores no quitan puestos de trabajo a los más jóvenes, sino que ocupan algunos que estos nunca cubrirían por falta de capacitación o experiencia o por su insuficiente número.
Conforme a este estudio, España tiene una de las mayores tasas de desempleo sénior de Europa. La mitad de sus parados mayores son de larga duración y, además, es el país con más paro femenino de mayores. Además, junto a Portugal, España tiene el mayor número de empleos de baja cualificación.
La distancia en tasas de actividad con Suecia, el país a la cabeza en datos de ocupación de trabajadores séniores, es de casi 20 puntos.
En España hay menos séniores trabajando que en el país nórdico, pero también menos que en Alemania y Portugal, lo que supone que, de media, los españoles trabajan casi tres años menos que los portugueses, cuatro menos que los alemanes y están a siete años de distancia de los suecos.
Séniores y emprendedores
Pese a todo, los séniores españoles son los europeos que están más dispuestos a emprender (por oportunidad o por necesidad) y, con Polonia a la cabeza, España es uno de los países donde está más extendido el trabajo por cuenta propia en este colectivo.
Así, cerca de un millón de séniores, que ya suponen uno de cada tres autónomos españoles, ven en el trabajo por cuenta propia una vía para seguir activos.
El informe pone el foco en cómo España podría alcanzar, por ejemplo, la tasa de empleo sénior de Suecia (85 % entre trabajadores de entre 55 y 59 años), muy por encima del cerca del 65 % español, y así conseguir ganancias medidas por el PIB de entre cinco y diez puntos.
En un país en el que la mitad de los nuevos parados son séniores y uno de cada tres parados es mayor de 50 años, urge tomar cartas en el asunto.
A continuación, algunas de nuestras recomendaciones:
- Establecimiento de un gran pacto de país para el fomento del empleo sénior que corte de raíz el derroche de talento de los mayores españoles.
- Aprobación de una ley orgánica contra el edadismo laboral que mejore la fórmula para compatibilizar pensión y trabajo, penalice las jubilaciones anticipadas y las prejubilaciones y promueva un reconocimiento expreso de los derechos de igualdad generacional
- Medición y publicación, por parte de las empresas, de los datos sobre su impacto social no solo en los aspectos medioambientales y de género sino también en lo que concierne a la diversidad generacional.
- Fomento, desde las administraciones, del trabajo por cuenta propia y el emprendimiento de los séniores mediante bonificaciones fiscales, ayudas públicas y reducciones de las cuotas de autónomos.
- Promoción, desde las instituciones públicas y las empresas, de la formación continua de los trabajadores.
Además, los propios trabajadores séniores deben tomar conciencia de que, por muy atractivo que parezca adelantar la edad oficial de jubilación, es inviable económicamente y perjudicial para su salud física y emocional dejar de trabajar con más de treinta años por delante de vida.
Propiciar la presencia en la escena pública de trabajadores séniores que siguen aportando a la sociedad con su trabajo en campos como la ciencia, el funcionariado, la docencia o el emprendimiento, ayudaría a la tarea de dar una nueva visión de esta etapa vital en la que ha de seguir presente el trabajo remunerado.
Rafael Puyol, Catedrático de Geografía Humana. Presidente de UNIR, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja ; Alfonso Jiménez, Profesor asociado, Universidad Europea y Iñaki Ortega Cachón, Profesor de Dirección de Empresas, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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