Si algo resulta, a simple vista, admirable de José Manuel Serra Peris es su capacidad para mantener un perfil bajo teniendo en cuenta su extensísimo currículum, tanto en el seno de la Administración como en el ámbito empresarial. No muchos pueden presumir de haber formado parte de consejos como los de Endesa, Iberia, Bankia, Corporación Financiera Alba (la sociedad de cartera controlada por la familia March), Red Eléctrica, además de los de sociedades públicas como SEPI, la Oficina Española de Patentes y Marcas y el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (de estas dos últimas llegó a ser el presidente).
Serra Peris pertenece al extenso cuerpo de Abogados del Estado. Sus buenas relaciones con el Partido Popular de su Valencia natal le abrieron las puertas para formar parte del primer Gobierno encabezado por José María Aznar tras su victoria electoral en 1996. Tras ocupar varios puestos en la Administración del Estado, llegó a ser secretario de Estado de Energía e Industria, bajo las órdenes del entonces ministro Josep Piqué.
Pieza fundamental de aquel Gobierno fue Rodrigo Rato, que años después se reencontraría con Serra Peris en el consejo de administración de Bankia, del que llegó a ser vicepresidente gracias al apadrinamiento de otro de los referentes en su trayectoria empresarial: José Luis Olivas, el que fuera presidente de la Generalitat Valenciana y de la caja de ahorros Bancaja, integrante de Bankia.
Mucho antes, Olivas ya había llevado a Serra Peris a otro consejo de administración, por entonces muy atractivo: el de Martinsa-Fadesa. En aquel 2007 de preburbuja inmobiliaria, la promotora de Fernando Martín acababa de hacerse con Fadesa por 4.000 millones de euros. Olivas se incorporó al consejo como representante de Bancaja, accionista de la compañía resultante (que, además, era uno de los principales acreedores y, posteriormente, penalizados por la quiebra de la inmobiliaria). En calidad de consejero independiente, Serra Peris ocupó un puesto en la comisión de auditoría, ese órgano que ni atisbó la mayor quiebra de la historia empresarial española.
La conexión con Ignacio González, por entonces vicepresidente de la Comunidad de Madrid, se hace más intensa en esta época. En 2008, precisamente el año del concurso de acreedores de la compañía, se produce el célebre viaje a Cartagena en el que González fue espiado.
Posteriormente llegó a BFA, matriz de Bankia, en cuyo consejo terminó y, curiosamente, sustituyó a José Luis Olivas como vicepresidente, avalado por este último y también por Rato y el PP valenciano, que por entonces seguía mandando en la Generalitat. Bankia marca un antes y un después en la carrera de Serra Peris. El estallido del caso en torno a la gestión de la entidad provoca su imputación en 2012, lo que le hace salir del consejo de Martinsa-Fadesa.
La conexión del Canal
Pronto, Ignacio González, ya por entonces presidente de la Comunidad de Madrid, le encuentra acomodo en el consejo del Canal de Isabel II, donde, por azares del destino, vuelve a estar en la comisión de auditoría. De forma sorprendente, su imputación no le impide formar parte del órgano ejecutivo de la empresa pública; tampoco será impedimento para que sea nombrado presidente de la comisión de auditoría ni, incluso, para ser designado presidente de la propia compañía de forma interina, tras la dimisión de Salvador Victoria (delfín de Ignacio González), imputado en la trama Púnica.
La llegada de Cristina Cifuentes a la presidencia de la Comunidad significa el fin de su trayectoria en el Canal de Isabel II y su paso atrás en la primera fila empresarial y mediática. Hasta el estallido de la operación Lezo.
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