Todo niño ha soñado, aunque sea por un instante, con ser dibujado por Disney. Cristina Rodríguez lo sabe y ha aprovechado ese sueño para hacer el suyo realidad: que la lectura sea algo atractivo para los menores. Así nació Mumablue, una startup/editorial que -tras el sello de un monstruo azul- escribe, diseña y publica libros únicos. Ahora, cuatro años después, da el salto y apunta a la internacionalización con ediciones en seis idiomas y envíos a todo el mundo.
Son tres historias –El reino de Miriñán, Aventuras en Alaska y Burbujas-, pero más de 10 mil combinaciones posibles. Cada cuento es único; cada página, también. Un mundo de posibilidades que hace del trabajo de producción una labor artesanal.
El cliente puede escoger en la página web, entre una batería de opciones, cómo quiere a su protagonista: nombre, color de ojos, de cabello, de piel,… La intención: que se parezca al lector. "La empatía y el aprendizaje de valores es mucho más directo cuando es el propio niño el que resuelve el conflicto y no el conejito. Se ve mucho más identificado", explica Rodríguez, co-fundadora del proyecto y responsable de producto.
Así, Mumablue se une a la corriente que últimamente rige el mercado de las startups: la solución de los problemas cotidianos. El proyecto busca usar la alta tecnología para traer "un producto de toda la vida, una herramienta poderosísima de aprendizaje, como son los cuentos… en papel, no en digital", insiste Rodríguez; ese toque tecnológico lo dá el co-fundador, Manuel Córdoba.
El arte del papel
Pero tras el trabajo de innovación, hay una labor artesanal de imprenta. Sí, de imprenta, porque son libros, sin el prefijo ‘e’, de electrónico. "Hace poco estuvimos reunidos con inversores y todos (que van buscando la pasta, porque son inversores) decían: 'tenéis que hacer una versión digital", cuenta Rodríguez. La idea, sin embargo, no resulta atractiva para la emprendedora que, asegura, ve el papel como factor diferencial del proyecto. "Si ese fue el germen, cómo voy a hacer la versión digital solo para hacer más dinero. Sería cargarse la esencia", sostiene.
Mumablue nació gracias a la financiación propia y de familiares –el conocido bootstrapping- y no está interesada en inversores. "Un inversor es alguien que no tiene idea de tu negocio y te pone la casa patas arriba y al final solo te pone pasta y quiere ver su pasta multiplicada por 20 y venderte al mejor postor. Por ahora, no hace falta", dice Rodríguez, a la vez que subraya que no tienen intenciones de vender la startup, porque para ellos es "un proyecto de vida".
El próximo paso es seguir sumando idiomas –ya publican en español, inglés, francés, catalán, eukera y gallego- a las diferentes ediciones y lanzar Planeta Gelatina, el cuarto libro de la startup.
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