Pedro Sánchez mantiene una buena sintonía con el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Es algo de sobra conocido en los círculos más cercanos a ambos personajes, y se ha dejado notar en la última semana. La OPA (Oferta Pública de Adquisición) de KKR sobre Telecom Italia (TIM) ha hecho saltar las alarmas en Telefónica. El precio del kilo de nervios se ha disparado en los últimos días.
Ha sido mucho el tiempo en el que se ha hablado del interés de la alemana Deutsche Telekom por consolidar su negocio con la empresa española, y lo cierto es que la valoración del gigante azul la convierte en un caramelo apetecible para cualquiera. O al menos en el más apetecible de los que hay sobre el mostrador.
Con Telecom Italia fuera del tablero europeo, el operador más económico de cara a una OPA es Telefónica. Su valoración en bolsa es la menor de los grandes: Deutsche Telekom, Orange, Vodafone... Todos tienen una mayor capitalización bursátil que la española.
Telefónica vale 22.600 millones, mientras Deutsche Telekom tiene una capitalización de 84.200 millones, Vodafone de 31.000 millones y Orange de 26.300 millones. El operador azul lleva meses con la acción moviéndose en mínimos históricos, entre los tres y cuatro euros.
Muchos pueden ser los motivos de este mal comportamiento bursátil, pero quizá el más obvio de todos sea su evolución en términos de facturación. En 2010 ingresó un total de 60.000 millones de euros. En 2020 esta cifra fue de 43.000 millones de euros. Ha perdido un tercio de su facturación, casi 20.000 millones, en apenas 12 años.
¿Por qué desciende la facturación en Telefónica?
Las gallinas que entran por las que van saliendo. Es este un aforismo que va como anillo al dedo en este caso. Telefónica ha visto precipitarse la cifra de negocio porque vende menos líneas, y las que vende son a un coste de voz y datos mucho menor que el de hace años.
Los diferentes Gobiernos que han ido desfilando en los últimos años -PP y PSOE- han favorecido una competencia atroz, que ya comienza a dejar, sino cadáveres, sí empresas en serias dificultades. En el último informe de resultados de Vodafone el operador inglés explica que desde 2017 -Sánchez Gobierna desde junio de 2018- el número de operadores de bajo coste (Operadores Móviles Virtuales) ha pasado de 60 a 80.
Textualmente, Vodafone dice lo siguiente: "En los últimos cuatro años, el entorno competitivo en España se ha intensificado a medida que el número de marcas orientadas al cliente ha aumentado de alrededor de 60 en 2017 a casi 80 en 2021. Esto ha resultado en una significativa deflación de precios, con un ARPU de contrato móvil en todo el mercado disminuyendo en un 16% desde 2017. Dado el apalancamiento operativo relativamente alto dentro del sector, esta deflación de precios ha tenido un impacto significativo en nuestro desempeño financiero en España".
El caso de Vodafone es el mismo que el de Telefónica y Orange. Los grandes operadores de telecomunicaciones están obligados a ceder sus redes a esos operadores de bajo coste, algo regulado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El problema, bajado al terreno español, es que hablamos de una empresa, Telefónica, considerada infraestructura crítica del país. No es buena idea perder el control de las infraestructuras de telecomunicaciones en favor de un fondo de fuera de nuestras fronteras.
Por ese motivo Sánchez, el mismo que ha permitido, como los presidentes anteriores, el crecimiento por esporas de las compañías de bajo coste, quiere acelerar ahora la ampliación del periodo de intervención estatal en la compra de empresas patrias cuando suponga un riesgo para el país.
Una vez más, y no será la última, el Gobierno soluciona un problema que él mismo ha creado. Y tratará de ponerse medallas por ello. No le funcionará. Se trata de un juego más propio de los vendedores de crecepelo que viajaban en carromato que de un prestidigitador reputado como lo fue Houdini.
La competencia ha sido buena para el usuario final, es innegable. Ha visto recortada la factura de las telecomunicaciones a pesar del incremento de los productos y servicios, pero se ha condenado a los grandes operadores, que ahora, como quienes vendían remedios para el crecimiento del cabello sin tener ni la más remota idea de salud capilar, se lanzan a comercializar seguros médicos y alarmas en un intento desesperado por aumentar los ingresos.
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