Tim Hortons aterrizó en España de la mano de Restaurant Brands Iberia (RBI) hace cerca de dos años y medio con un objetivo muy claro: hacer la competencia a Starbucks. Con 4.600 cafeterías en todo el mundo, la compañía canadiense abanderó el atractivo de su "café barato" y comenzó a abrir tiendas a gran velocidad. Su intención era llegar a todos los rincones, "incluso a los barrios más humildes" -a diferencia de su competidor- y convertirse en un referente también dentro de la restauración española.
Poco después de soplar las velas de su aniversario en el país, la cadena había levantado la persiana a 20 establecimientos (casi todos en Madrid, pero también en Barcelona y Murcia). En ese momento, subió el precio a su café, algo que desde la compañía justificaron una "evolución natural". Un proyecto de imperio cafetero que, tras la crisis del coronavirus, podría verse reducido a la mitad.
En este sentido, la compañía se encuentra en estos momentos haciendo cálculos para tratar de mantener al menos parte de su negocio tras la pandemia. Tal y como ha podido confirmar Vozpópuli, la cadena de momento reabrirá sólo 8 de las 15 cafeterías que tiene en la actualidad: las 7 restantes se encuentran en un proceso de renegociación de sus alquileres.
Al menos una de ellas, la de la madrileña calle Alcalá, ya ha echado el cierre por al no haber logrado un acuerdo con el arrendador. Tal y como confirman desde la compañía, la renegociación tiene como objetivo "ajustar los precios a la situación actual" para poder mantener la actividad en un contexto "tan complejo" para el sector.
Dos meses sin ventas
La empresa lleva, de hecho, dos meses con sus locales cerrados, desde que se declaró el estado de alarma a mediados de marzo. En este sentido, a diferencia de otras cadenas gestionadas por RBI como Burger King, Tim Hortons no ha ofrecido durante este tiempo servicio de envío a domicilio, por lo que la facturación ha sido nula.
Por sus características, la cadena de cafeterías no comenzará a operar hasta que puedan levantar la persiana este tipo de establecimientos -la mayoría de ellos sin terraza-; es decir, hasta la fase 2. "Estamos ultimando la implantación de todas medidas de seguridad en nuestras cafeterías para garantizar la seguridad de empleados y clientes", cuentan desde la cadena, que pretende poder seguir tras la crisis con el plan de apostar por locales más pequeños y de incorporar los servicios de envió a domicilio y de comida para llevar.
Con todo, la compañía, que puso 50 millones de euros sobre la mesa para invertir entre 2018 y 2022, ha visto cómo sus planes se han dado la vuelta por completo.
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