Javier Capilla y Manuel Moregal son dos ingenieros gaditanos que en 2015, por casualidad, se dieron de bruces con el que hasta ahora es su negocio: la protección de bienes en internet. Los dos estaban buscando una película que ver en la red cuando se dieron cuenta de que había enlaces rotos, borrados, que no servía. En ese momento decidieron montar Smart Protection, la primera empresa española dedicada a esta tarea. Poco después se incorporó Javier Perea como co-fundador y CEO.
“Nuestro trabajo tiene tres fases. En la primera hacemos un rastreo para encontrar todas las fuentes e identificar las copias ilegales de activos digitales y de productos falsificados”, explica Eva Baonza, del equipo de marketing de la empresa. El segundo es un análisis de lo encontrado para verificar que todo lo encontrado se trate de productos ilegales. “En la última parte procedemos a su eliminación”.
En el infinito mundo que es internet el trabajo que lleva a cabo Smart Protection no es fácil. “Nuestro índice de éxito en la eliminación de productos supera el 95% de todo lo encontrado”. Google reconoció a la empresa con el Trusted Copyright Removal Partner (TCRP), lo que le permite desidenxar contenido en cuestión de minutos, mientras que un usuario normal “puede llegar a tardar días”. Sólo 60 empresas en todo el mundo tienen esta certificación.
Cómo funciona
Smart protecton opera a nivel mundial. Para encontrar contenido falsificado o pirateado en otros lugares del mundo, simplemente cambian su IP de localización. “En cada país tenemos que trabajar con palabras de búsqueda de ese lugar”.
En contenido audiovisual, las películas, son lo más común a la hora de solicitar la retirada de un contenido por piratería. Para ello, cuando lo localizan, hablan con los servicios de alojamiento de archivos (los conocidos como cyberlockers) para que retiren el material de sus activos. “Con el objetivo de cumplir con la legislación y recalcar que no cooperan, solemos pedir la retirada del archivo hasta tres veces. Normalmente hacen caso omiso, pero a la tercera podemos hablar con la empresa que le provee el hosting. Al ser un contenido pirateado la empresa de hosting amenaza al cyberlockers con cancelar su cuenta si no eliminan el contenido que se les solicitó, por lo que tendrían que montar el servicio desde cero en otro hosting y mover allí todos sus archivos, si quieren volver a operar. Es en ese momento cuando lo suelen retirar, pero no lo hacen de buena voluntad”, explica Baonza.
La piratería es el gran caballo de batalla de las industrias digitales como la de las productoras de películas o los sellos discográficos, pero también de otras como las marcas de ropa, los libros o los canales de televisión. Por eso en 2018 Smart Protection amplió su nicho de mercado. Desde entonces también protegen libros, revistas y periódicos, y productos y marcas. Entre otras cosas, también se dedican a proteger la señal de los canales de televisión y la emisión de eventos en directo. “La tendencia el último año ha sido la de promocionar la retransmisión ilegal de eventos deportivos en directo a través de Facebook Live y otras redes sociales”.
El papel del hacker
Igual que hay un bando que protege los productos en internet, hay otro que considera que la cultura es libre y debe difundirse de manera gratuita para que toda la población tenga acceso a ella.
“No sé hasta qué punto estas empresas pueden impedir que se reproduzcan las películas. En el momento en el que la tiene un usuario, este puede resubirla todas las veces que quiera. Si la tienen muchos ni te digo”. Quien habla es Deepak Daswani, hacker ético.
Daswani explica a Vozpópuli que, en un primer momento, las películas llegan a la red en muy baja calidad, "grabadas en el cine por los propios usuarios". En otros casos acceden al material cuando se ha publicado en buena calidad en países extranjeros y ellos mismos les ponen los subtítulos.
"Hay otros casos, los menos, en los que se hace un ciberataque potente dirigido a un objetivo concreto", dice. Es lo que pasó en 2014 con la película The Interview o con un capítulo de Juego de Tronos. "En el momento en que lo descargan, la difusión es casi imparable", asegura.
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