La competencia, como todo en la vida, son buenas noticias para unos y malas para otros. Buenas para los usuarios, que generalmente, ven reducidos los precios de productos y servicios cuantas más empresas haya en el sector. Malas para las corporaciones que tenían una posición preferente y ven ahora amenazados sus intereses y, con ello, la cuenta de resultados.
Eso es precisamente lo que le sucede al sector del transporte por autobús. El tren se ha convertido en un enemigo a batir, empresa que se antoja harto complicada.
Con la liberación del sector ferroviario en 2019 se ha incrementado mucho, sobre todo de un tiempo a esta parte, el número de operadores. Primero llegó la francesa Ouigo, luego la española Avlo (de Renfe) y hace unos meses la italiana Iryo.
Son actores que han incidido directamente en los precios, que han experimentado un vertiginoso descenso desde 2019, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La guerra será más dura. Los operadores recién llegados quieren más frecuencias para el presente año y está previsto que entren nuevos actores en el sector.
La inflación ha sacudido prácticamente a todos los sectores parece no afectar al ferroviario. La liberalización del mercado ha recortado el precio de los pasajes a mínimos históricos
Esto ya tiene una incidencia directa en los costes para los billetes de autobús, que descienden en precio para tratar de mantener su cuota de viajeros o perder los menos posibles. En las líneas que unen Madrid con Barcelona este descenso se ha situado entre un 5% y un 10%. Son datos facilitados por Trainline, compañía que ofrece vía página web o app móvil billetes, rutas, precios y horarios de más de 270 compañías de tren y autobús de 45 países diferentes. Sus datos son concluyentes porque recogen la mayoría de operadores de transporte tanto en España como fuera de ella.
Fuentes del sector explican a este diario que, como es lógico, las bajadas de precio en los autobuses son trasladables a otras rutas fuera de Madrid-Barcelona, si bien lo hacen en función de si el tren llega a esas localidades y sobre todo si lo hace en la modalidad de alta velocidad. En líneas generales, y para competir con el tren, los autobuses han descendido los precios. Algo en lo que también han tenido que ver las aplicaciones de transporte colaborativo como BlaBlaCar, que permite al propietario de un vehículo cobrar a los pasajeros que vayan a hacer la misma ruta que él tiene prevista, para ahorrar en los costes de la gasolina y mantenimiento.
Los trenes bajan un 65% de precio
La inflación ha sacudido prácticamente a todos los sectores, pero parece no afectar al ferroviario. La liberalización del mercado ha recortado el precio de los pasajes a mínimos históricos.
El año pasado las tarifas para los trayectos entre Madrid y Alicante cayeron un 47%, hasta situarse en el entorno de los 29 euros, mientras las frecuencias entre Madrid y Valencia lo hicieron un 44%, y un 35% en la ruta Madrid-Sevilla y Madrid-Córdoba, pero donde está el cambio verdaderamente significativo es en los trenes que unen la capital de España con la ciudad condal (Barcelona).
De hecho, este fue el primer corredor que se liberalizó cuando se inició este cambio, allá por 2019. En 2023 la media de lo que han abonado los usuarios por viajar entre ambas ciudades se ha situado en los 35 euros. Esto supone una caída radical, del 65%, desde el año anterior a la pandemia del coronavirus. Son datos también de Trainline. Una circunstancia que ha provocado una caída de los billetes de avión para estas rutas.
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