Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol. Si suman la primera de las letras de cada una de estas palabras, el resultado es el acrónimo Talgo. Una empresa española que no se recuerda ya como antes y sobre la que la corporación húngara Maygar Vagon está a punto de lanzar una Oferta Pública de Adquisición (OPA).
Talgo es todo un símbolo ferroviario español que ha lucido en miniatura en los cuartos de muchos niños en décadas pasadas, niños que lo han visto pasar por su salón sobre las vías de plástico del Ibertrén. La empresa fue fundada a principios de los años 40 por el bilbaíno Alejandro Goicoechea, que trabajaba entonces en el desarrollo de una locomotora que se deslizaba sobre las vías a través de unas -entonces- innovadoras estructuras triangulares e impulsado a vapor.
El primer prototipo lanzado alcanzaba los 115 kilómetros por hora, todo un logro para la época. El segundo modelo fue construido poco después en Estados Unidos y era capaz de llegar a los 120 kilómetros por hora. En 1950 comenzó a ofrecer servicio comercial enlazando Madrid con Hendaya.
Ya en 1964 los desarrollos de Goicoechea volaban a 200 kilómetros por hora y una década después comenzó a ofrecerse el servicio de cama. Era una empresa puntera, que alcanzó el récord del mundo de velocidad en ferrocarril impulsado por diesel en la década de los 70: nada menos que 240 kilómetros por hora. Su fundador no vivió para verlo, pero dejó un legado que aún pervive. Los trenes Talgo se internacionalizaron por todo el mundo, llegando a Nueva York, Bostón, Barcelona, La Meca, Berna, Tokio, Toronto, Moscú... Lo hicieron siempre con la velocidad como emblema: pocos saben que sus locomotoras alcanzaron los 500 kilómetros por hora en el banco de pruebas durante la década de los 90.
El interés del grupo húngaro se encuentra en la innovadora tecnología utilizada por Talgo, en especial su sistema de ancho variable con el que están dotados sus trenes. La forma en que la compañía trabaja el material rodante habilita a sus máquinas circular sobre vías internacionales y también españolas
La innovación ha sido el leit motiv de Talgo en toda su historia. Fue lo que impulsó su crecimiento hasta tocar el parqué en el año 2015. Una travesía más agria que dulce. En nueve años el valor de la empresa en bolsa se ha reducido a la mitad, una oportunidad que la corporación húngara Maygar Vagon no quiere dejar escapar.
¿Quién está detrás de Maygar Vagon?
El propietario de Maygar Vagon es András Tombor, un multimillonario húngaro -es una de las fortunas más grandes del país- amante del polo y el vino que en su día realizó labores de asesoría en materias de inversiones estratégicas y seguridad para el país del nacionalista Viktor Orbán, hoy primer ministro de Hungría.
Es una operación que levanta suspicacias porque Hungría es considerado por la Comisión Europea aliado de Vladimir Putin, en la actualidad enfrascado en la invasión a Ucrania, en la que sabe que se juega mucho. Un conflicto que se alargará en el tiempo, según aseguran la mayoría de los expertos en geopolítica.
El interés del grupo húngaro se encuentra en la innovadora tecnología utilizada por Talgo, en especial en su sistema de ancho variable con el que están dotados sus trenes. La forma en que la compañía trabaja el material rodante habilita a sus máquinas circular tanto a través de las vías internacionales como sobre las españolas, algo que permite a los convoyes viajar desde España hasta el centro de Europa sin problemas, una tecnología muy interesante para expandirse por el viejo continente.
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