Pasear por Trillo, en la provincia de Guadalajara, es como caminar por cualquier otro pueblo de España: hay tranquilidad, olor a naturaleza y madera quemada y gente que te saluda como si te conociera de toda la vida. No hay nada que haga sospechar que es uno de los cinco municipios españoles con una central nuclear, la desconocida (y en ocasiones temida) "energía del futuro". Es, además, el último bastión de la energía nuclear en España, ya que todas las demás centrales se clausurarán antes que esta: la primera, en Guadalajara, cerrará definitivamente en 2027. La de Trillo aguantará hasta 2035.
Según te vas acercando a la zona, se pueden ver las dos grandes torres que expulsan un humo blanco, que ni es humo, ni es radiactivo. "Se trata realmente de vapor de agua producido por la refrigeración del agua del sistema terciario", tal y como se explica en documentos de la Sociedad Nuclear Española.
Una de las noticias de esta semana es que el pasado martes 9 de noviembre, el primer ministro francés, Emmanuel Macron, anunció que iba a retomar la construcción de centrales nucleares, con el objetivo de alcanzar la independencia energética sin contribuir a la aceleración del cambio climático. En una intervención de televisión, centrada principalmente en la pandemia y en la recuperación económica, el líder político explicó que "por primera vez en varias décadas, se relanzará la construcción de reactores nucleares y se proseguirá con el desarrollo de las renovables".
En concreto, Macron informó de que una de las grandes apuestas del gobierno francés de los últimos meses es la de instalar reactores nucleares de pequeño tamaño del tipo SMR, más baratos y fáciles de construir, con el objetivo de que Francia alcance la neutralidad de sus emisiones de carbono para 2050.
Francia obtiene aproximadamente el 70% de su electricidad a través de la energía nuclear. Según datos del Foro de la Industria Nuclear Española, en España las centrales nucleares generan cada año entre 55.000 y 60.000 GWh, lo que supone el 20% de la electricidad consumida en el país. Son cinco los municipios que cuentan con al menos uno de estos reactores en explotación: Almaraz, en Cáceres; Ascó y Vandellós, pertenecientes a Tarragona; Cofrentes, de Valencia; y Trillo, ubicada en la provincia de Guadalajara. Vozpópuli se ha acercado a este último para conocer cómo es vivir al lado de una central nuclear.
Beneficios para los habitantes de Trillo
Las malas lenguas dicen que en Trillo no se paga la luz. Es cierto que hasta hace unos años era así, pero ahora nada de nada. Una vecina, que lleva 'toda la vida' en el pueblo cuenta a este periódico que "hubo un poco de revuelo entre los alcaldes y nos quitaron eso de no pagar por la luz". Ahora lo hacen como cualquier otro español, sufriendo la exponencial subida de precios provocada por el desabastecimiento energético. Según cuentan, solo los operarios de la central nuclear y "algunos del Ayuntamiento" se ven beneficiados de esta medida.
El pueblo, y todos los de alrededor, están vivos básicamente gracias a la central nuclear. Si no estuviera aquí, habrían desaparecido hace años por la despoblación"
Pero los habitantes de Trillo tienen otras ventajas. No pagan por la recogida de basuras, ni por la distribución del agua, ni por el sistema de alcantarillado. También disfrutan de polideportivo, piscina y actividades varias, como pilates, karate y taekwondo, todas ellas sin tener que pagar. "Hasta los toros son gratis", dice Pilar, una de las vecinas. Otras vecinas explican que todo lo que tienen de manera gratuita no lo tendrían si no fuera por la central. "La central solo nos ha traído ventajas", explican en conversaciones con este diario.
Por su parte, Óscar, que regenta la carnicería de Trillo, cuenta que la guardería está subvencionada y que tampoco tiene que pagar los libros del colegio de sus hijos. "El pueblo, y todos los de alrededor, están vivos básicamente gracias a la central nuclear. Si no estuviera aquí, estos pueblos hubieran desaparecido hace años por la despoblación".
Fuentes del Ayuntamiento explican a Vozpópuli que los beneficios derivados de vivir cerca de la central, como las subvenciones educativas o la gratuidad de ciertos servicios, hacen que "todo el pueblo en general esté muy agradecido a la central, no solo aquellos que trabajan en ella, también todos los que se benefician de forma indirecta". De hecho, aseguran que el posible cierre de la misma es un tema muy sensible en Trillo, "porque nadie quiere que se cierre".
Miedo a la central nuclear
Bien conocido es el caso de Chernóbil, la central nuclear ubicada en el norte de la actual Ucrania, cuando el 26 de abril de 1986 explotó el reactor 4 durante una prueba de corte eléctrico. El desastre fue inmenso: solo la explosión acabó con la vida de 30 personas; 142.000 kilómetros cuadrados de terreno quedaron contaminados, más de 300.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares y se desencadenó una epidemia infantil de cáncer de tiroides.
Con todo lo que ocurrió entonces, era lógico que los habitantes tuvieran miedo de lo que pudiera ocurrir teniendo un reactor nuclear tan cerca del pueblo. Pero los años han calmado las aguas. Es verdad que al principio había temor, pero al poco tiempo se dieron cuenta de que no tiene importancia. "Si está bien controlado, puede ser como las bombonas o cualquier cosa similar. Me baño en el río si hace falta para demostrarlo", explica relajado un vecino. Respeto, sí; pero miedo, no.
Si está bien controlado, puede ser como las bombonas o cualquier cosa similar. Me baño en el río si hace falta para demostrarlo
Otros apuntan que no tienen ningún miedo porque en 30 años no ha habido ni un solo problema y todo está perfectamente controlado. "De hecho, es muy probable que si le preguntas a la gente del pueblo si quieren una central más te diga que sí por todos los beneficios que trae".
El Ayuntamiento informa que hay plan de actuación establecido en el caso de que ocurra cualquier accidente. "Todos los planes están actualizados y hay sistemas específicos en caso de urgencia". Además, explican que "se da formación periódicamente a algunos empleados municipales y a los concejales para que sepan cómo tienen que actuar en caso de emergencia".
¿Pero qué pasa si ocurre algún accidente? Pedro asegura que él no le teme a lo que pueda pasar: "Yo no tengo miedo; si pasa algo, que pase. Estás en peligro aquí en Guadalajara y en Madrid. Si hay un escape, te pillará igual". De hecho, varios de los vecinos han apuntado que más se tendría que temer en la capital, porque "seguro que hay más radiación descontrolada allí".
Impacto económico
Uno de los beneficios más importantes es que la central nuclear se ha convertido en una fuente de empleo importante. Según los datos que maneja el ayuntamiento, en la central trabajan unas 600 personas, la mayoría de Trillo y de pueblos de alrededor como Cifuentes o Gárgoles.
Los vecinos confirman, por lo general, lo que dice el ayuntamiento. "Hay mucha gente que trabaja allí: hablamos no solo de los científicos e ingenieros que hacen que todo funcione. También hay bomberos, barrenderos, agentes de seguridad... es un pueblo con mucha oferta de trabajo. La central da trabajo y da riqueza; si no se demuestra lo contrario no se puede decir nada en contra" apunta un vecino.
Sin embargo, Victorino, que nunca ha salido de Trillo y que participó en la construcción de la central, explica que ya no se genera tanto empleo local como en los años del levantamiento de las grandes torres. Apunta que, aunque muchos del pueblo trabajan en el reactor, una gran parte de los empleados no son del municipio, así que "realmente no genera tanta riqueza".
Eso sí, todos están de acuerdo en que gracias a la energía nuclear producida en esos reactores, el ayuntamiento es "muy rico" y eso "repercute directamente en la calidad de vida de los vecinos.
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