Abrumadora victoria del 'No' en Grecia. Por un 61 por ciento contra un 38, Atenas ha clamado el 'Oxi' contra el programa de ajuste. El titular de las Finanzas helenas, Yanis Varoufakis, ya ha anunciado que prepara una propuesta sobre la base del informe del FMI que sostiene que la deuda griega es insostenible. Y el portavoz del Ejecutivo ha declarado que esperan tenerlo todo resuelto en cuestión de un par de días. Al mismo tiempo, ese mismo portavoz admitía que la banca helena pediría más fondos al BCE este mismo lunes.
Grecia ha abierto la puerta al desastre a pesar de las múltiples advertencias de los acreedores. De ordinario, no se suelen hacer referendos sobre planes de ajuste porque lo normal es que la gente los rechace. Y eso mismo ha hecho. Una vez más, los griegos han jugado a tensar la cuerda y elevar el órdago. De poco les ha servido unos días de corralito o las amenazas vertidas por los líderes europeos de que un 'No' acarrearía un Grexit. Hartos de los sacrificios, no han querido creerse las profecías del desastre y se han dejado llevar por los cantos de sirena del Gobierno de Syriza. Éste no ha dudado en afirmar cosas como que no les podían echar legalmente del euro, que el coste es demasiado alto, que los bancos abrirían el lunes y, sobre todo, que un 'Oxi' en el plebiscito les brindaría una mano mucho más fuerte a la hora de negociar con Bruselas. Lamentablemente, ha llegado el momento de testar todas estas aseveraciones.
¿Se atreverán los líderes europeos a dar la patada a Atenas? El 'No' en el referendo no implica la salida automática del euro tal y como reconoció el halcón Schäuble
¿Se atreverán los líderes europeos a dar la patada a Atenas? En esta partida de faroles, la escalada de apuestas vuelve a subir. El 'No' en el referendo no implica la salida automática del euro, tal y como reconoció en privado el halcón Wolfgang Schäuble ante un grupo de colegas de su partido, la CDU. Sin duda, el Gobierno de Syriza intentará negociar de nuevo arrancando algunas concesiones, sobre todo en el espinoso asunto del alivio a la deuda. Por su parte, el BCE podría mantener la liquidez a la banca, a la espera de que sean los políticos los que tomen la decisión. "Si se necesita que hagamos más, lo haremos", explicó este domingo Benoit Coeuré, miembro del consejo de gobierno del banco central.
Sin embargo, la vuelta de Varoufakis a la mesa de negociaciones no va a tener una buena acogida entre los acreedores, que han perdido toda confianza en que el Ejecutivo de Syriza sea capaz de acometer las reformas necesarias. El presidente del Eurogrupo ya declaró en el Parlamento holandés que el 'No' alejaría cualquier posibilidad de acuerdo. “No habría una base sobre la que elaborar un nuevo programa. Es más, también sería cuestionable que hubiese una base para que Grecia permanezca en el euro”, dijo Jeroen Dijjselbloem.
El problema de partida es que habría que aprobar un nuevo programa sobre unas condiciones económicas que han empeorado drásticamente. Grecia ya no registra un superávit antes del pago de intereses sino un déficit. Fruto de cinco meses de marear la perdiz, buena parte del trabajo hecho ya no sirve. Hay que evaluar de nuevo todo, poner bastante más dinero como advirtió el FMI, pedir mayores esfuerzos y someter lo acordado a otra ronda de votaciones en varios Parlamentos europeos incluido el teutón. Además, habrá que recoger en el programa una serie de reformas que en las últimas discusiones fueron apartadas pero que se antojan esenciales para restaurar la competitividad de la economía helena. Esa nueva ronda de reformas laborales y liberalizadoras de los mercados también podría causar fuertes disensiones entre los acreedores y el Ejecutivo griego. Es decir, las posiciones pueden incluso alejarse todavía más…
Varoufakis busca reemprender las negociaciones cuanto antes. Pero hay que negociar un programa ex novo sin que los acreedores confíen en Tsipras
Y todo ello sin tiempo apenas para alcanzar la fatídica fecha del 20 de julio, día en el que se cumple el vencimiento de 3.500 millones que el Gobierno griego debe al BCE. Si el Estado heleno no devuelve el dinero, incurriría en un impago con el banco central y Mario Draghi tendría increíblemente difícil justificar legalmente su apoyo a las entidades griegas. Tendría que desenchufar a la banca helena y precipitar el desastre.
No obstante, el colapso y derrumbe de los bancos probablemente ocurra bastante antes. A 60 euros por día, los ciudadanos helenos seguirán sacando todo lo que puedan de las entidades. En pocos días, éstas no tendrán dinero y el BCE difícilmente les prestará mucho más a menos que exista una perspectiva de acuerdo. Cabe incluso la posibilidad de que haya que aplicar entonces una quita a los depositantes. Teniendo que recapitalizar a los bancos y sin fondos con los que pagar a los proveedores y las nóminas de pensionistas y funcionarios, pronto el Gobierno de Syriza tendrá que emitir pagarés. Sabiendo que los euros valen más, los helenos los guardarán debajo del colchón y la economía no fluirá. El crédito será nulo. Los impagos se sucederán en cadena. Sólo circularán pagarés que cada día que pase valdrán menos generando una hiperinflación. En la práctica, los griegos habrán salido del euro y el ajuste al que se someterán será mucho mayor que el que intentaban evitar. Mientras tanto, las grandes fortunas habrán depositado sus euros fuera y siempre podrán volver más tarde y comprarse todo en Grecia a precio de risa.
"Aunque gane el 'No', sería un error histórico aplastar a los ciudadanos griegos", aseguró este domingo el ministro galo de Economía. En cambio, el vicecanciller alemán declaró que Tsipras ha cortado sus últimos puentes con Europa
En semejante situación, Syriza podría ceder más de lo que nunca habría querido y la situación de Tsipras se tornaría insostenible. O no. Quién sabe si esto no es en realidad más que un plan para forzar un retorno al dracma y poder volver a las políticas de gasto sin control. Por el momento, por boca de su ministro de Economía, los galos ya han tendido la mano defendiendo que hay que negociar. "Aunque gane el 'No', sería un error histórico aplastar a los ciudadanos griegos", aseguró Emmanuel Macron. En cambio, el vicecanciller alemán y miembro del partido socialista, Sigmar Gabriel, declaró que Tsipras ha cortado los últimos puentes con Europa. Las posiciones entre franceses y alemanes se distancian. En una cumbre decisiva celebrada este lunes en París, Merkel y Hollande tendrán que limar sus claras diferencias y discutir cuál será su postura común. También podría pasar que los acreedores cedan en el punto de la reestructuración de la deuda, justo lo que con tanto ahínco perseguía Varoufakis.
¿Preparados para la salida de Atenas del euro?
En cualquier caso, los europeos han visto venir esto tantas veces que ya se han preparado para propinar a los griegos una sonora y triste patada. De acuerdo con los números de Deutsche Bank, la exposición de la banca se ha recortado a los 50.000 millones de euros frente a los 250.000 millones que mantenían en 2012. Si se atiende a los cálculos del BIS, la cifra es todavía menor. De modo que parece muy difícil que haya un contagio al sistema financiero como el que hubo en 2012.
La mayor parte de la deuda ha sido traslada a manos públicas y financiada a unos 50 años. A 600 euros por habitante de la eurozona, toca a 12 euros por ciudadano durante 50 años, una cantidad asumible siempre que Grecia no devolviese un solo euro por más que el presidente del Bundesbank alerte de las pérdidas que podrían ocasionarse.
El otro serio inconveniente de la salida del euro de Grecia radica en la reacción de los mercados. Por su tamaño, Portugal puede estar en el punto de mira. También España o Italia debido al espectro de Podemos o el Movimiento Cinco Estrellas. Sin embargo, con la salida de Grecia del euro más cerca que nunca, los mercados no han castigado como solían a los periféricos. Y no es de extrañar, porque el BCE cuenta con muchas herramientas con las que contener cualquier rebrote de las turbulencias. Puede adelantar y expandir la expansión monetaria conocida como QE. Puede prestar a la banca mediante los TLTRO. E incluso puede comprar directamente si así se lo pide un país tras acordar un programa con el fondo de rescate europeo.
Los alemanes consideran que el Grexit vacunará a los países de la periferia contra los movimientos antiausteridad. Países como los bálticos o Portugal que sufrieron ajustes similares a los de Grecia comprueban además que los sacrificios que abordaron sirven de algo. Todo parece preparado para poder librarse de los griegos…
Otra cuestión distinta es si a largo y medio plazo la salida de Grecia convierte al euro en una montaña harto empinada en la que, siempre bajo la amenaza de la salida de la moneda única, hay que competir muy duro por no perder el tren de Alemania. ¿Hasta cuándo aguantará esos ritmos la política nacional de los países de la periferia?
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