Y Mario Draghi volvió a utilizar toda su artillería para garantizar la estabilidad de los mercados. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) anunció el jueves que volvería a prorrogar el programa de compra de activos, al menos, hasta finales de diciembre de 2017. Eso sí, con una novedad, desde abril el importe de compras mensual se reducirá a 60.000 millones, frente a los 80.000 millones que comprará hasta finales de marzo de 2017.
¿Qué supone este anuncio de Draghi? El compromiso de mantener vigente su programa de compra de activos durante al menos 9 meses más de lo que estaba previsto. Es decisión dará más aire a la economía al inyectar otros 540.000 millones vía compra de activos y elevar la cifra total del programa a, nada más y nada menos, que 2,3 billones de euros. Así que de momento nada de ‘tapering’ (retirada de los estímulos extraordinarios).
Además de estos cambios, dos novedades: desde enero de 2017 el BCE ampliará el rango inferior de vencimientos de la deuda que puede adquirir bajo su programa, que pasará de los actuales dos años a un año. Y el programa permitirá adquirir deuda con rentabilidad inferior a la ofrecida por la facilidad de depósito, actualmente fijada en el -0,40%, pero solo cuando sea necesario.
Draghi no se fía mucho de los datos macro y dijo que ampliará de nuevo el programa si es necesario
Y ahí no acaba todo. En la rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, Draghi dejó claro que se aumentará de nuevo el programa en términos de volumen o duración si la situación económica no va según lo previsto, si las condiciones financieras empeoran o si la inflación no mantiene un ritmo de avance sostenido. En resumen, queda BCE para rato. Sus medidas no convencionales seguirán vigentes bastante tiempo.
Según los analistas consultados por Vozpópuli, las decisiones de Draghi retrasan cualquier posible subida de los tipos de interés al menos hasta 2019. Y eso siendo optimista. Los expertos explican que cuando se anuncie por el fin del programa de compra, el ’tapering’, se hará de forma paulatina para no dañar a los mercados, lo que podría asegurar compras, aunque más pequeñas, hasta septiembre de 2017. A partir de ese momento se iniciaría un periodo de transición de tres o seis meses hasta que el BCE se atreviera a subir los tipos.
Al menos, así lo asegura el jefe de análisis de Intermoney, Francisco Vidal, en una conversación con este periódico. Vidal cree que, una vez que Draghi anuncie el fin de las compras para 2018, aplicará un modelo similar al de la Reserva Federal y reducirá las compras de forma paulatina, a razón de 10.000 millones en cada reunión del Consejo de Gobierno. A ese ritmo, las compras se alargarían hasta septiembre de 2018, aunque cada vez serían de menos cantidad.
Las compras de activos seguirán hasta septiembre de 2018, lo que aplaza cualquier subida de tipos hasta principios de 2019
Hasta que no se desmantele del todo el sistema de estímulos cuantitativos, no se tocarán los tipos. Y una vez que se deje comprar, la subida de tipos no será inmediata. De hecho, lo más probable es que el BCE deje pasar unos meses para que los mercados se acomoden a la nueva situación antes de tomar decisiones. Así que cualquier subida de los tipos de interés no llegará, como pronto, hasta principios de 2019.
Y hasta que es momento llegue Europa debería ponerse las pilas, porque el principal problema es que no está haciendo todo lo necesario para generar una estructura económica adecuada capaz de generar crecimiento cuando el BCE deje de actuar. “Se puede sobrevivir, pero hay que cambiar esa actitud reacia a las reformas”, sostiene Vidal, para quien la clave está en generar unas instituciones fuertes y reglas de juego claras para la actividad. Si no se aprovecha este nuevo margen de tiempo, la recuperación será cíclica y no estructural, avisa.
Tiempo de reformas
En la misma línea se manifiesta el analista de XTB Rodrigo García, que avisa que la política de tipos bajos se va a alargar mucho en el tiempo. Draghi no puede dar marcha atrás ahora porque sería como dar un paso hacia atrás y echar por tierra todo lo conseguido. La situación demuestra que Draghi no se fía de los datos macro que se van conociendo ni de la evolución de la inflación, lo que le llevará a mantener su política durante mucho tiempo.
Y como Vidal, García cree que estos dos años deberían aprovecharse para hacer las reformas que no se han hecho en los últimos años. Aunque las previsiones del Gobierno apuntan a que en el año 2018 el déficit ya se quedará por debajo del 3%, sería importante estar ya en superávit cuando la política del BCE cambie definitivamente. Es la única forma de bajar de verdad la deuda pública y evitar costes mayores para las arcas del Estado. El propio Draghi aprovechó su visita a Madrid la semana pasada para animar a España a seguir con las reformas.