El órdago secesionista de Carles Puigdemont puso en jaque al sector financiero español, en especial a las entidades catalanas. CaixaBank y Sabadell sufrieron una fuga de depósitos de miles de millones que les forzó a mover su sede a la Comunidad Valenciana. Alejada la tormenta secesionista –al menos para la banca- todo apuntaba a que el temporal no había dejado ningún desperfecto. Pero sí dejó algo de rastro a su paso, sobre todo en Bankia y Sabadell.
A la primera, el temporal secesionista le amargó un posible plan de privatización que tenían en marcha el Fondo de Reestructuración (Frob) y el equipo de José Ignacio Goirigolzarri, y que pasados los meses y el cambio de Gobierno se va a ralentizar mucho más de lo previsto.
Para Sabadell, supuso ponerse en el foco negativo de los inversores en un momento clave del final de su plan estratégico. La crisis del Popular permitió que la entidad presidida por Josep Oliu consiguiera a las chitas callando cerrar grandes desinversiones (negocio en EEUU y seguros) para reforzar sus provisiones.
Las dos entidades han lanzado este año nuevos planes estratégicos con los que recuperar el terreno perdido en bolsa en los últimos meses, todavía sin éxito por las malas perspectivas del Euribor.
Efecto en bolsa
Desde que se produjo el 1-O y la amenaza de Puigdemont rompió la senda alcista de la banca –solo interrumpida por un buen mes de enero-, Bankia y Sabadell son los dos bancos 'domésticos' que más caen: Sabadell un 20% y Bankia casi un 18%. Sólo Santander y BBVA están en cifras similares, aunque a estas entidades les afecta otros factores como la inestabilidad en los mercados latinoamericanos. Del resto de bancos cotizados españoles, Unicaja sube un 17% en este periodo; Bankinter un 7%; Liberbank un 4%; y sólo CaixaBank cae, aunque la mitad que Sabadell y Bankia: un 10%.
La cicatriz provocada por el efecto Puigdemont es especialmente grande para Bankia. Tras años de dudas y discusiones, Goirigolzarri convenció al Frob de llevar a cabo una gran desinversión en el segundo semestre de 2017. Octubre era el mes elegido, pero el aumento de la volatilidad por el procés desaconsejó la desinversión, que según los planes que se manejaban entonces podría haber llegado al 15% del capital. Finalmente hubo que esperar a diciembre, momento en el que hay menos liquidez en el mercado y pudo vender 'sólo' un 7%.
El estancamiento del euribor, Italia y el Brexit castigan a estos valores en bolsa durante 2018
Desde entonces la cotización de la entidad nacionalizada sólo ha superado este nivel en enero, momento en el que el periodo de 'black out' impidió otra privatización. Y ahora todo se atasca con las perspectivas de estancamiento en mínimos del Euribor; el nuevo Gobierno; y el azote de los inversores bajistas, que se mantienen en el 4,2% o el equivalente al 10% del 'free float' (capital que circula libremente en bolsa).
Por su parte, Sabadell sufrió la envestida del temporal secesionista en primera línea de fuego. Tras controlar la salida de depósitos, la entidad catalana tuvo un mes bueno en Bolsa –enero- y desde entonces está a expensas del Euribor, el Brexit y otros problemas en Reino Unido e Italia.
Retos del Sabadell
Aunque el banco presidido por Oliu no tiene la presión de salir al mercado como Bankia, sí que tiene la necesidad de remontar por sus accionistas, muchos de la burguesía catalana que entraron apalancados en Sabadell.
La entidad se está centrando en reducir gran parte de su exposición inmobiliaria, para lo que son claves las negociaciones con el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) durante el próximo mes.
Por el camino, estos dos damnificados por el efecto Puigdemont son de los que suenan para una posible consolidación de la banca española. No sólo les une el expresident, también la buena química de los dos equipos y la complementariedad geográfica.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación