Economía

Villar Mir, el magnate madridista que se hizo rico con poco dinero y muchos contactos

El legendario empresario consiguió hacerse con varias empresas por sólo una peseta. Además, es conocido por su larga amistad con Juan Carlos I, quien le dio un marquesado en 2011

La estantería de su despacho llamaba la atención por la cantidad de portaretratos. Juan Miguel Villar Mir aparecía, siempre sonriente, en todas las fotos: con Juan Carlos I, con Carlos de Inglaterra y con tantos otros 'VIP' con los que se codeó a lo largo de su vida. El empresario, fallecido este sábado a los 92 años, tuvo varias 'vidas' y en casi todas le fue bien.

Villar Mir levantó de la nada todo un imperio empresarial tirando de talento, olfato y buenos contactos. El talento lo tenía innato. Tras estudiar en el elitista Colegio del Pilar, se licenció como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos con el número 1 de su promoción. Luego obtuvo dos cátedras, en la Universidad Politécnica de Madrid.

Los contactos los cultivó desde bien joven. Estaba bien conectado con prebostes del Movimiento Nacional y esa conexión le valió para portar, aunque fugazmente, una cartera de ministro. Tras la muerte de Franco, Carlos Arias Navarro contó con él para su Gobierno. Villar Mir fue vicepresidente tercero y ministro de Hacienda entre diciembre de 1975 y julio de 1976. Antes de llegar a lo más alto de la política, ya había ocupado distintos cargos en la Administración franquista.

Pero lo que realmente dio poder al ingeniero madrileño fue su olfato afinado para los negocios. Villar Mir montó un emporio reflotando empresas con poco dinero. Puso la primera piedra en 1987, comprando a Altos Hornos de Vizcaya la constructora Obrascón, entonces al borde de la ruina. Le costó sólo una de las antiguas pesetas. Obrascón sería la primera de las tres patas que compondrían la futura OHL. La absorción de Huarte y de Laín daría lugar en 1999 a una de las mayores constructoras españolas, capaz de medirse con rivales de la talla de Florentino Pérez (ACS), Rafael del Pino (Ferrovial) o la familia Entrecanales (Acciona).

Fertiberia, otra de las grandes patas de su negocio, también fue adquirida por una peseta. Villar Mir lograría revitalizarla hasta convertirla en un referente de la industria de los fertilizantes. El empresario intentó colarse, asimismo, en el sector energético, participando en la sonora pugna que lidiaron varias empresas por la antigua Hidrocantábrico. Villar Mir se alió con la alemana EnBW en una operación que no llegó a buen puerto, pero en la que tampoco perdió ni un céntimo.

Sin embargo, fue OHL la compañía que le hizo rico. Y la que le daría, a la postre, los mayores disgustos. Gracias a sus dividendos, el Grupo Villar Mir llegó a atesorar participaciones relevantes en compañías como Colonial, Abertis e incluso el Banco Santander. La familia llegó a comprarse un edificio tan emblemático como el complejo de Canalejas, en el corazón de Madrid.

La constructora ganó tamaño a base de ganar contratos públicos dentro y, sobre todo, fuera de España. OHL fue diversificándose y participó en proyectos tan conocidos como el del AVE a La Meca. En la adjudicación de esos contratos fue clave la combinación de olfato y los contactos. Su amistad con Juan Carlos I era larga y conocida, y le tendió puentes para acceder a mercados tan complejos como el saudí.

Villar Mir se movió bien entre la nobleza. Él mismo se convertiría en noble, cuando el monarca le concedió un marquesado en 2011. Con ese aura de marqués simpático se dejaba ver en eventos, en fiestas y en su balcón público favorito: el palco del Santiago Bernabéu. El empresario era madridista acérrimo. Intentó, sin éxito, ser presidente, pero sí logró una vicepresidencia del club blanco durante el 'reinado' de Ramón Mendoza.

La parte menos brillante de su biografía la componen las tramas de corrupción que le salpicaron. La más conocida es el Caso Lezo. Villar Mir apareció en los 'papeles' de Luis Bárcenas por supuestas donaciones al Partido Popular. Aquel episodio le generó dolores de cabeza, pero no tantos como la deriva de su gran obra empresarial. La ambición de OHL en los años del 'boom' de la construcción le generó una deuda imposible de digerir.

En 2020, tras un largo vapuleo de la acción en los mercados, Villar Mir dio entrada en el accionariado a una conocida y multimillonaria familia mexicana (los Amodio). Aquel fue el principio del fin de OHL. Tres años después, el Grupo Villar Mir abandonó totalmente el capital. Los mexicanos rebautizaron la constructora como OHLA, un juego de palabras que debió desagradar notablemente al empresario que hoy ha dado su último adiós.

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