Vodafone ofrece a sus clientes tarjetas de crédito de tipo revolving, un producto puesto en tela de juicio por el Banco de España (BdE). Sus intereses son muy altos y la entidad ha advertido del repunte en los litigios por este tipo de productos.
Sin embargo, los teleoperadores de la compañía de telecomunicaciones británica están ofreciendo a sus clientes tarjetas de crédito de este tipo. A cambio de la contratación, se ofrecen descuentos en la factura mensual.
"En mi caso me propusieron contratar la tarjeta de crédito a cambio de tener un descuento a final de mes de 30 euros", explica a este medio uno de los clientes de Vodafone al que han tentado para la contratación de este producto financiero que permite disponer de liquidez cuando no es posible, a cambio de abonar un alto interés.
Una deuda de unos 10.000 euros de una tarjeta revolving supone 15 años de pago de deuda, con el abono de 15.000 euros sólo en intereses
El mayor riesgo en la adquisición de la tarjeta revolving se encuentra en las fases previas a la contratación del crédito. Banco de España asegura que el mayor riesgo se encuentra principalmente en la publicidad y la información anterior al contrato, así como en la actuación de los intermediarios del crédito
Por ello en 2018 el organismo incrementó su labor supervisora en este sentido. "La ausencia del requisito de aportación de garantías adicionales y la habitual agilidad en la contratación convierten a este tipo de productos en una opción muy atractiva para la clientela bancaria", aseguraba el BdE en la Memoria Anual 2018.
Se trata de una práctica, la de la oferta de este tipo de tarjetas, común en la banca española, pero cada vez más en otro tipo de empresas dedicadas a financiar, y no necesariamente tiene por qué ser su negocio puro.
Contrataciones sin quererlo
Según la compañía Reclama Por Mí, las marcas más reclamadas por sus clientes debido al abuso en este tipo de productos son Wizink, Cofidis, Santander Consumer, Carrefour y Cetelem. No obstante, la banca tradicional también se suma a las entidades reclamadas como BBVA, Bankinter y Caixabank.
En líneas generales el 60 ó 70% de los abonos de intereses derivados del uso de la tarjeta se destinan al pago de los propios intereses generados. Una pescadilla que se muerde la cola. Para una deuda de unos 10.000 euros esto supone 15 años de pago de deuda, con el abono de 15.000 euros sólo en intereses.
Datos llamativos, más aún si se tiene en cuenta que los motivos de contratación por parte de los usuarios son en primer lugar las dificultades económicas (un 19%). Sólo el 13% de los contratantes cuentan con una situación económica saneada. Otro apunte interesante: el 68% de quienes poseen estas tarjetas no tenían intención de contratarlas pero no saben cómo acabaron haciéndolo.
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