Nadie conoce mejor el mundo de la energía que alguien que trabaje en una gran empresa del sector. ¿Quién mejor para colaborar en un propósito tan ambicioso como tratar de erradicar la pobreza energética? Así surgió la idea de Gas Natural Fenosa de incorporar a su Plan de Vulnerabilidad Energética una iniciativa pionera y que por el momento está arrojando unos resultados más que sorprendentes. Se trata del voluntariado energético, a través del que trabajadores de la compañía colaboran con organizaciones no gubernamentales para ayudar a familias en situación de vulnerabilidad.
La idea fue acogida con tanto entusiasmo entre los empleados de Gas Natural Fenosa que incluso antes de que se pusiera en marcha una convocatoria oficial para recabar la colaboración de los que estuvieran interesados ya había un buen número de voluntarios dispuestos a ponerse manos a la obra cuanto antes.
"El objetivo es colaborar con las entidades del tercer sector que atienden directamente, a través de los programas que tienen en marcha, a familias en situación de vulnerabilidad energética", explica Martí Solà, director general de la Fundación Gas Natural Fenosa. Los voluntarios prestan labores de asesoramiento a los trabajadores sociales y resuelven todas aquellas dudas o problemas que les trasladan las familias con las que trabajan.
Aquellos empleados que se apuntan a este tan original programa son convenientemente formados por la empresa, especialmente en aspectos relacionados con el recibo de la luz y el gas, las tarifas eléctricas y también la eficiencia energética.
Formación para ayudar
"No todos los trabajadores de la compañía están familiarizados con estas cuestiones. Para la formación nos apoyamos en otro de los pilares del Plan de Vulnerabilidad, que es la escuela de energía de la Fundación Gas Natural Fenosa", señala Solà. Esta iniciativa tiene como objetivo la formación de hasta 2.000 personas al año y está especialmente destinada a trabajadores de las entidades del tercer sector y también al personal de servicios sociales de los ayuntamientos, que son los que están más en contacto con las familias en situación de vulnerabilidad energética.
Recientemente, la Fundación Gas Natural Fenosa y Cáritas han firmado un convenio de colaboración en materia de vulnerabilidad energética. El acuerdo incluye la puesta a disposición de Cáritas de la escuela de energía, con el fin de que tanto los trabajadores sociales de esta organización como las familias a las que prestan ayuda puedan asistir, sin coste alguno, a las actividades formativas que imparte dicha escuela.
La idea inicial del programa de voluntariado es que cada empleado de la compañía que decida colaborar forme pareja con un trabajador social y que cada pareja atienda a dos familias. La iniciativa se ha puesto en marcha en Barcelona, con la vocación de extenderse progresivamente por todo el territorio español e, incluso, en algunos de los 20 países en los que la compañía está presente.
Aquellos que ya han probado la experiencia de colaborar con organizaciones como Cruz Roja para ayudar a familias en situación de vulnerabilidad aseguran sentirse gratificados con la labor. "Cuando hablas con los trabajadores sociales y te explican los problemas de las personas a las que vamos a ayudar te das cuenta de que su situación es realmente complicada. Se trata de gente que no sólo tiene dificultades para pagar el recibo de la luz sino también el alquiler, la comida o el colegio de sus hijos", asegura Yolanda Ávila, una de las empleadas de Gas Natural Fenosa que, según su propio testimonio, no tuvo que pensárselo mucho a la hora de apuntarse para formar parte del programa.
Casos peculiares
"Al principio, lo que hacemos es facilitar un formulario al trabajador social para saber las características de las viviendas y los contratos que tienen las familias. A partir de ahí, podemos asesorarles sobre lo que pueden hacer para reducir de forma significativa su factura", explica la voluntaria. "Nos encontramos con muchos casos en los que una familia en situación vulnerable vive en una casa de alquiler cuyo contrato no ha sido modificado respecto del que tenían los anteriores inquilinos. Y en algunas ocasiones, la potencia contratada es muy superior a la que necesitan".
Daniel Martínez es otro de los empleados de Gas Natural Fenosa que no dudó a la hora de participar en la iniciativa. Su hábito de tratar con el público al trabajar en el departamento de atención al cliente le ayudó a la hora de afrontar este desafío. Aun así, más de un aspecto llamó su atención. "Muchas veces, lo único que quieren las familias en esta situación es satisfacer la deuda que tienen".
En este sentido, uno de los casos que conoció de primera mano fue el de un cliente que sólo pedía que la compañía le pasara el recibo en un día determinado para poder disponer de efectivo en cuenta para abonarlo.
Con poco se puede hacer mucho
"En la mayoría de los casos, con muy poco, con un número limitado de actuaciones, una familia puede reducir su factura energética de forma significativa", asegura Martí Solà. Medidas que no sólo tienen que ver con los aspectos recogidos en la factura sino también con pequeños mecanismos relacionados con la eficiencia energética. "Muchas viviendas están construidas antes de la aprobación del Código Técnico de Edificación y no cuentan con sistemas de ahorro de energía, que se pueden incorporar sin excesivo coste".
En este sentido, Laura Pérez, también voluntaria en el programa de Gas Natural Fenosa, explica que a las familias a las que se presta apoyo y asesoramiento también se les facilita un kit de eficiencia energética, consistente en bombillas de bajo consumo, así como burletes y films para un adecuado aislamiento de las ventanas.
A su compañera Carmen Mateos le llamó la atención que hubiera personas que disponían de instalaciones de calefacción de gas pero que no las utilizaban por no poder costearla. O que poseía radiadores eléctricos pero sólo los ponían en funcionamiento en ocasiones muy concretas. "Es ahí, cuando conoces esas realidades, cuando dices: yo tengo que conseguir ayudar a esta persona".
Un problema global
Según un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU), 1.200 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a la electricidad y 2.700 millones no tienen acceso a condiciones adecuadas de cocina. Aunque en Europa la situación no es tan grave y los índices de pobreza energética se han reducido notablemente, las cifras de Eurostat hablan de un 9,4% de la población en situación de pobreza energética.
Para España, la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) ha situado la cifra en el 11% pero algunos indicadores llegan a marcar hasta un 15%. Sergio Tirado, subdirector de proyectos de esta entidad, aseguró en unas jornadas organizadas por Vozpópuli que uno de los objetivos de la Unión Europea es tener una política común sobre la pobreza energética y la forma de abordarla. Un reciente estudio de ACA elaborado para la Fundación Alternativas recoge una serie de puntos fundamentales como la creación de un observatorio estatal de la pobreza energética, la extensión de los criterios de vulnerabilidad energética a toda clase de políticas, evitar los cortes del suministro como medida a corto plazo para poder implementar medidas de largo plazo como la rehabilitación de las viviendas y un mercado más transparente.
En este acto, Pedro Linares, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI de la Universidad Pontificia Comillas y director del centro de investigación Economics for Energy, se mostró partidario de llevar a cabo actuaciones como las que se realizan en Francia, con auditorías energéticas gratuitas a los hogares vulnerables para conocer sus necesidades y la forma de hacer las casas más eficientes. "Muchas veces, el problema es la falta de información".
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