Los líderes reunidos en la Cumbre Iberoamericana han discutido sobre la crisis de deuda que castiga a España y Portugal. Y los latinoamericanos han advertido a Rajoy de los riesgos de seguir políticas exclusivamente de austeridad.
En la actualidad, existe un debate mundial sobre cómo salir de la recesión. Los economistas se dividen entre aquellos que defienden adoptar las medidas de ajuste auspiciadas por Alemania y los que abogan por iniciativas que propicien el crecimiento.
Según fuentes del Gobierno español, los latinoamericanos explican que ellos ya sufrieron al FMI y no recomiendan ceñirse al pie de la letra a sus políticas.
No salimos de la Década Perdida hasta que abandonamos la ortodoxia del FMI, argumentan políticos latinoamericanos de todos los espectros ideológicos. Y recalcan que al menos el actual FMI se está mostrando “más benévolo” con Europa.
Durante los años 80 y 90, los países latinoamericanos padecieron la llamada Década Perdida. Estas economías acumularon deudas externas inasumibles, déficit fiscales exorbitantes y alta volatilidad en la inflación y el tipo de cambio.
Desde entonces, el FMI ha sido muy cuestionado en la zona porque, según los latinoamericanos, impuso medidas estrictamente diseñadas para que los Estados devolviesen las deudas, lo que provocó severas regresiones sociales que, al final, fueron contraproducentes y precipitaron un mayor hundimiento de la actividad. Respecto al caso de España, los expertos señalan que los típicos salvamentos del Fondo están basados en devaluaciones monetarias imposibles de practicar dentro del euro.
El propio Rajoy ha incidido durante esta cita en la necesidad de que los ajustes sean más graduales para poder favorecer el crecimiento. El presidente afirmó que se podría empezar a crecer a finales de 2013, siempre que retornase la financiación.
El jefe del Ejecutivo español buscó además apoyos en el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, presente en la cumbre. Ambos exigieron que el presupuesto europeo no recorte unos 20.000 millones destinados a España para los ejercicios comprendidos desde el 2014 al 2020.
“La propuesta de Barroso para los presupuestos nos parece un buen punto de partida. Pero la de Van Rompuy es totalmente inaceptable. El presidente del Consejo Europeo propone una serie de reducciones radicales del gasto en políticas agrícolas, de cohesión, en Ceuta y Melilla y regiones ultraperiféricas, entre otras”, declaró Rajoy.
Por otro lado, Rajoy dijo este sábado que recibía la inversión latinoamericana con los brazos abiertos. Sin embargo, más bien se puede quedar con los brazos cruzados. No va a llegar nada. Los países americanos no mostraron inclinación alguna por ayudar a España.
Ningún gran empresario latinoamericano ha asistido a la cumbre. Sólo se ha concebido un plan para que el Banco Iberoamericano de Desarrollo y el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina pongan fondos con los que financiar la internacionalización de pequeñas y medianas empresas. La idea es que se cree un entorno más propicio para que las pymes de un lado y otro del Atlántico crucen y hagan negocios.
Los líderes latinoamericanos han abordado esta cumbre con un estatus renovado. Ya no admiten lecciones sobre cómo conducir sus países e, incluso, algunos de ellos como el canciller cubano, Bruno Rodríguez, o el presidente de Ecuador, Rafael Correa, pontifican sin complejos sobre la economía española.
El cubano aventuró que el Estado del Bienestar europeo se estaba agotando y el ecuatoriano hasta se atrevió a valorar como insuficientes las medidas tomadas en España respecto a los desahucios.
Otro punto importante en la agenda española ha sido la expropiación de YPF en Argentina. El mismo presidente de Repsol, Antonio Brufau, se ha visto con los representantes argentinos. Y el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha mediado entre las partes.
Así las cosas, ¿para qué se ha organizado esta Cumbre Iberoamericana? De acuerdo a las declaraciones de Margallo, “el encuentro ha servido para analizar la crisis”. Traducido: los latinoamericanos crecerán muy por encima, entre un 2 y 4 por ciento en 2012 y 2013 según un informe de la OCDE publicado durante la cumbre.
Y eso significa que representan un asidero al que cogerse para reactivar la economía española. Una de las expresiones más reiteradas en las reuniones de los jefes de Estado y de Gobierno ha sido “el fomento de las infraestructuras en los países latinoamericanos”.
Los españoles quieren copar todas las inversiones que han de desarrollar estos países si de verdad quieren orientar sus economías hacia nuevos modelos, alejados de la dependencia de las materias primas.
Y para eso España exige que se respete la seguridad jurídica. Bajo el envoltorio de la importancia de las leyes y la confianza, el Gabinete de Rajoy ha insistido en que se suscriba un mecanismo de intermediación en Latinoamérica para los conflictos empresariales, como el caso de YPF. Sin embargo, los países que más incumplen las reglas no han enviado a sus primeros espadas.
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