Zalacaín, el primer tres estrellas Michelín de España, negocia un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de extinción con los 59 empleados de la casa. El periodo de consultas comenzó el pasado 4 de enero y se alargará durante un mes como máximo. Mientras tanto, el administrador concursal FTI & Partners y los García-Cereceda, dueños del restaurante, buscan comprador para el comedor más emblemático de Madrid.
Así consta en los informes elaborados por el administrador concursal consultados por Vozpópuli, ya en manos del Juzgado Mercantil nº 13 de Madrid que lleva el proceso, y fechados el pasado 11 de enero. El Grupo Zalacaín está compuesto por tres unidades de negocio: el céntrico restaurante en la calle Álvarez de Baena, una finca con servicio de catering para celebraciones y eventos en La Finca (Pozuelo de Alarcón) y la gestión de la restauración del Club de Golf Somosaguas. De los tres, actualmente sólo se encuentra operativo este último.
Todas las unidades están aglutinadas en torno a una única sociedad, Zalacaín SLU, y aunque en teoría se debe tratar como empresa en liquidación, el administrador concursal apunta que el objetivo es encontrar compradores para las unidades productivas y retomar la actividad de un restaurante, que aunque conocido por todos, ha terminado asfixiado por las deudas y la pandemia.
Así lo acredita el análisis económico elaborado tanto por los García-Cereceda como por el administrador concursal. En 2018, el grupo declaró unas pérdidas de 996.713 euros y unos ingresos de 4,9 millones de euros. Un año después, en 2019, las pérdidas se agrandaron hasta 1,1 millones pese al aumento de la facturación hasta los 5,5 millones.
En 2020, con apenas tres meses de actividad reales (el estado de alarma se declaró en marzo), el comedor aflora unos números rojos de 2,2 millones hasta el 25 de noviembre, cuando se declaró en concurso, y unos ingresos de apenas 858.878 euros, lo que supone un desplome del 84,40% de la facturación. En sus últimas cuentas formuladas, el auditor ya advirtió que la situación era insostenible.
Hasta ahora, Zalacaín ha logrado mantenerse a flote gracias al oxígeno que le proporcionaba el imperio de La Finca. El 1 de marzo de 2019, los García-Cereceda concedieron al restaurante un préstamo participativo de 9 millones de euros, de los cuales el restaurante ha gastado hasta la fecha 8,1 millones. El préstamo tenía un vencimiento estimado el 31 de diciembre de 2020 y un tipo de interés fijo del 6% y otro variable ligado a la evolución del restaurante.
En un escrito dirigido al juzgado, los García-Cereceda señalan que Zalacaín llegó a admitirles que no solo no podía devolver el préstamo, sino que no podía ni afrontar los intereses. Los informes remitidos al juzgado evidencian que este préstamo es el nudo gordiano de los problemas financieros de la compañía, que declara una deuda total de 9,5 millones de euros, de los cuales 8,32 millones son deudas a largo plazo y 1,2 millones deudas a corto plazo.
De los 8,32 millones de deudas a largo plazo, la práctica totalidad (8.317.863,33 euros) se corresponde con el préstamo concedido por La Finca Real Estate Management, accionista único del restaurante y controlado por la familia García-Cereceda.
Una reforma muy cara
Este abultado pasivo se suma a otro de los quebraderos de cabeza que arrastra Zalacaín desde hace años: la reforma del restaurante. En 2017, los García-Cereceda detectaron que su propuesta culinaria ya no competía como antaño y pusieron en marcha un 'lifting' que terminó costando 1,8 millones de euros. El restaurante admite al juzgado que la oferta de alta cocina cada vez es más abundante en Madrid y que los directivos que acostumbraban a acercarse al número 4 de Álvarez de Baena empezaban a tener otras opciones atractivas en el mercado, por lo que era el momento de darle una vuelta al restaurante para afianzar a la clientela.
Ese proceso de modernización de las instalaciones para adecuar Zalacaín "a las nuevas tendencias y exigencias del mercado" corrió a cuenta, una vez más, del bolsillo de los García-Cereceda, que sufragaron la totalidad de la reforma. El restaurante admite que durante estos años ha intentado conseguir financiación externa, pero nunca lo ha logrado.
Los García-Cereceda también justifican la insolvencia de Zalacaín por las medidas aprobadas por el Gobierno para contener la pandemia al tiempo que cuestionan la eficacia de las mismas. "Estas idas y venidas han generado un estupor y un nivel tal de incertidumbre que muchas empresas (entre ellas, Zalacaín) se han visto obligadas a mantener el cierre permanente de los locales”. Recuerdan que si no llega a a ser por la crisis sanitaria, La Finca estaba dispuesta a seguir sosteniendo el restaurante.
Además de la abultada deuda, que a ojos del administrador concursal es el principal motivo de la quiebra, el informe también destaca el elevado gasto en personal. En 2018 y 2019, los gastos fijos derivados de la plantilla suponían el 55% de la facturación (entre 2,7 y 3 millones de euros). En 2020, esos porcentajes saltaron por los aires y Zalacaín desembolsó 913.581 euros de sueldos pese a que solo facturó 858.878 euros, como se ha señalado previamente.
Se busca comprador
El plan de liquidación presentado por FTI al juzgado detalla que los interesados en hacerse con todo el grupo Zalacaín o con alguna de sus unidades productivas tienen el plazo de un mes a partir del 11 de enero para presentar una oferta.
Para acceder a datos más concretos de los diferentes negocios, los interesados están obligados a depositar una suerte de fianza de 3.000 euros en el juzgado que se devolverá si finalmente no se presenta una oferta formal. Según publicó El Confidencial, Urrechu y fondos de capital privado se han mostrado interesados por estos activos, entre los que se incluye también la venta de la marca Zalacaín, valorada en 50.000 euros.
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