La cartera ALCO por sus siglas en inglés (Asset Liability Committee) o COAP (Comité de Activos y Pasivos) ha sido siempre una de las herramientas más utilizadas por las entidades financieras para gestionar algunos de los riesgos propios de su actividad. Además, cumple también un papel importante en la cuenta de resultados.
Bajo esa misteriosa denominación se contabilizan los activos financieros de renta fija, básicamente Letras, Bonos y Obligaciones de los diferentes estados, aunque, mayoritariamente, del país donde mantienen la mayor parte de las operaciones. Cuentan con la máxima liquidez y la relación riesgo/rentabilidad está en relación directa con la solvencia financiera y la calidad crediticia (rating) del país emisor.
Se utilizan para cubrir los riesgos derivados de la variación de los tipos de interés, para gestionar los colchones de liquidez y para fortalecer la cuenta de resultados, al contabilizarse los cupones en el margen de intereses y en los resultados por operaciones financieras (ROF) cuando se realizan plusvalías por su venta.
A nadie puede extrañar que las entidades financieras sean compradores compulsivos de deuda pública. Según el último informe de la European Banking Authority (EBA), la exposición de los bancos de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo a la deuda soberana de esta treintena de países era, a cierre del segundo trimestre de este año, de 3.368.000 millones de euros (3,368 billones), 238.000 millones más que a finales del pasado año.
La exposición de España a la deuda soberana (tanto española como de otros países) ascendía en términos brutos a 529.600 millones de euros, 28.800 millones más que en diciembre de 2022. Es el segundo país europeo con mayor riesgo soberano global, sólo superado por Francia, que mantiene una exposición de 1.096.900 millones de euros, después de haberse incrementado en más de 108.300 millones en apenas seis meses. Italia ocupa la tercera posición y Alemania, la cuarta.
El aumento de la compra de bonos y obligaciones de los estados tiene su justificación en el giro dado por la política monetaria del Banco Central Europeo que, entre los meses de julio de 2022 y septiembre de 2023, ha llevado a cabo diez subidas consecutivas del precio oficial del dinero, que ha pasado del 0% en el mes de junio del pasado año al 4,5%, en vigor desde el 20 de septiembre.
Atractivo de la deuda pública
El aumento de los tipos de interés en 450 puntos básicos ha conferido a las Letras, Bonos y Obligaciones del Estado un atractivo que no tuvieron cuando el precio oficial del dinero se mantuvo en el 0% desde marzo de 2016. En el caso de España, las Letras, que ofrecieron rentabilidad negativa entre los años 2016 y abril-julio de 2022 dependiendo del plazo de amortización, se compran hoy con una rentabilidad media del 3,5% a tres meses de plazo, y del 3,7% a nueve meses, cuando en diciembre de 2022 ofrecían un interés del 1,635% y 2,639%, respectivamente, para los mismos plazos. En el caso del bono a diez años, el de referencia en los mercados internacionales de deuda, se ha pasado de una rentabilidad por debajo del 1% en los años 2019, 2020 y 2021, al 3,639% ofrecido el pasado mes de septiembre.
Tras analizar este espectacular cambio de situación en poco más de un año, todo haría pensar que la deuda española se ha convertido en el activo financiero más deseado por los bancos, los fondos de inversión, los particulares o las empresas. No es así, al menos en lo que concierne a las entidades financieras. Los actuales tipos de interés que ofrece la deuda española no pueden competir con la facilidad de depósito del Banco Central Europeo.
Los actuales tipos de interés que ofrece la deuda española no pueden competir con la facilidad de depósito del Banco Central Europeo
Según el Banco de España, la facilidad de depósito permite a las entidades financieras realizar depósitos a un día en los bancos centrales nacionales con una remuneración fijada por el BCE. En la reunión del consejo de gobierno del pasado mes de septiembre, el BCE elevó el tipo de interés de las operaciones principales de financiación un cuarto de punto, hasta el 4,5%; el tipo de interés de la facilidad marginal de crédito, al 4,75%, y el de la facilidad de depósito, al 4%.
El hecho de que la rentabilidad ofrecida, el 4%, sea superior a la ofrecida por el bono español a diez años en su última subasta, el 3,663%, y más aún que la del “bund” alemán (2,87%), ha hecho que la práctica totalidad del exceso de liquidez de los bancos europeos haya ido a parar a Fráncfort, sede central del BCE.
Según el último balance del Eurosistema, los bancos europeos tenían 'guardados' en la facilidad de depósito 3,6 billones de euros. Con los datos pormenorizados del Banco de España, las entidades financieras nacionales tenían depositados a cierre de septiembre un total de 226.918 millones de euros, un 6,26% del total de la banca europea. Mientras, los bancos españoles tenían invertidos en deuda pública un total de 166.193 millones de euros, el 12,83% de toda la deuda del país. Son 60.725 millones de euros menos que en la facilidad de depósito.
La inversión de la banca española en deuda pública nacional se mantiene en niveles similares a los de hace un año, pese a la subida de los tipos de interés. En 2014, en plena crisis de la deuda soberana de los países del sur de Europa, los bancos españoles llegaron a tener el 27% del total de la deuda pública emitida, el equivalente a 224.000 millones. En marzo pasado, el dato se situó en 177.600 millones.
En cuanto al dinero depositado en la facilidad de depósito, el mayor nivel alcanzado por la banca española se dio en octubre de 2022, con 371.000 millones, coincidiendo con el máximo de la banca europea: 4,6 billones de euros.