Corría el año 2012 cuando en uno de sus monólogos televisivos, Pablo Iglesias Turrión, hoy reconvertido a la socialdemocracia, afirmaba que el derecho a portar armas es uno de los pilares de toda democracia que se precie, porque la democracia no puede existir si el Estado ejerce el monopolio de la violencia, lo cual, en boca de un sedicente profesor de la Facultad de Políticas, es indicio revelador del nivel académico de esa institución y, por ende, de la universidad española. Para Iglesias, la lucha por el poder a tiro limpio, en la que suele triunfar quien más pistoleros tiene a sueldo, parece ser el escenario ideal de todo Estado de Derecho que se precie. Tal es la idea que de la democracia tiene este lobo oculto bajo la piel de cordero del centrismo de última hora, dispuesto a colar gato por liebre a una sociedad desencantada con su clase política, harta de escándalos y huérfana de valores morales.
Iglesias aspira a un Estado donde llevar armas y usarlas sea el derecho inalienable de todo revolucionario que se precie
Partiendo de un antecedente como el citado, no es de extrañar que a Iglesias le haya faltado tiempo para afirmar en Twitter que la libertad de Arnaldo Otegi "es una buena noticia para los demócratas", porque “nadie debería ir a la cárcel por sus ideas”. El camarada Iglesias confunde España con Venezuela, como bien le ha recordado Albert Rivera. Es en Venezuela donde se encarcela a la gente por sus ideas.
Lo dejó muy claro Podemos –también Izquierda Unida (IU)- cuando en marzo del año pasado votó en contra de una resolución del Parlamento Europeo que exigía la liberación de los opositores venezolanos encarcelados por Nicolás Maduro, estos sí verdaderos presos políticos. Pero que nadie se equivoque: no hay incoherencia en absoluto. Más bien al contrario, es la coherencia de un sectarismo siniestro, del revanchismo que está calando cual lluvia fina en esta sociedad desmemoriada, donde los “buenos” tienen derecho a tomarse la Justicia por su mano. Esa es la idea. Sencilla, horrible y contagiosa.
Que el tal Otegi cumpliera condena por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna bajo las órdenes de una organización terrorista como es ETA excede con mucho el terreno de las ideas. Pero para Iglesias, a lo que parece, el Estado de Derecho es un incordio, una molestia. Él aspira a un Estado donde llevar armas y usarlas sea el derecho inalienable de todo revolucionario que se precie. Y erigirse en verdugo del adversario y volarle la cabeza, a ser posible por la espalda tal como y ha sido costumbre en ETA, parece no ser más que otra forma de defender las ideas. La revolución es eso. "Salvo el poder, todo es ilusión", que diría Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin. El fin justifica los medios. Este es el candidato a presidente del Gobierno de la “nueva izquierda”, el “Billy the Kid” de Podemos. Este es el líder del partido con el que Pedro Sánchez y el PSOE ansían formar Gobierno. Un señor que, por voluntad de más de cinco millones de votantes, ya tiene los dos pies en el Parlamento. Y aspira a gobernarnos. Avisados estamos. Las armas las carga el diablo.
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