La CNMV, lo que en realidad equivale a decir el Gobierno, levantó la prohibición a las posiciones cortas sobre valores financieros el pasado 15 de febrero, en un momento en el que el Ibex estaba en 8.700 puntos. Desde entonces, la caída del indicador supera el 20%. El fantasma de la intervención financiera ha vuelto, además, presionando con mucha fuerza a empresas financieras y a todas aquellas relacionadas con el ladrillo. ¿O ha sido al revés? ¿La presión de los cortos ha avivado los miedos al colapso en España?
Sea lo que sea, el Ejecutivo ha sido muy poco sutil a la hora de abrir las puertas a los especuladores. La prohibición de los cortos se tomó el pasado año por parte de varios países europeos y según fueron levantándola los demás, España hizo lo propio.
En ese 20% largo de caída del Ibex hay mucho ahorro particular que está sufriendo lo indecible. Hay algunas inversiones que tienen casi imposible retornar a cotas medianamente sostenibles.
Es sorprendente el poco mimo que está otorgando el Gobierno al ahorro privado. Con el retorno de los inversores ‘buitre’ se ha multiplicado la volatilidad de los mercados y sus descensos, dejando todavía más sepultados, por ejemplo, a los titulares de preferentes recién canjeadas.
Mientras, han llegado subidas de impuestos, copagos y pérdidas de derechos. Posiblemente sean medidas inevitables, pero ¿por qué no dar algo de oxígeno al ahorrador?
El intervencionismo no es algo deseable, pero tampoco dejar el camino allanado a unos especuladores que son, en una gran parte, bancos de negocio que han debido ser rescatados no hace tanto y contribuyeron en una enorme medida a la actual crisis. Conocen los resortes del mercado mejor que nadie y saben generar tendencias a la perfección en su propio beneficio, usando informes concretos lanzados en el momento preciso, aunque eso suponga poner en jaque realmente a un país.
Lo lamentable es que esa senda la siguen después numerosos inversores, muchos de ellos españoles, no vayan a ser los únicos que se queden atrapados en un mercado con tendencia tan acusada. Sin embargo, no resulta sostenible que la presentación de reformas presuntamente estructurales llegue mientras los mercados siguen propinando todos los días golpes que rozan lo apocalíptico. Eso debería saberlo un Gobierno con miembros con sólida formación como el actual.
Las posiciones cortas que causan que un activo esté sobrevendido en varias veces su valor, los mercados de derivados, los instrumentos financieros fuera de balance y todo este tipo de productos híbridos deben ser reformados y vigilados con lupa para evitar que lesionen a la economía real. Especialmente ahora.