Editorial

Es el tiempo de Rajoy: una afirmación sin fundamento

   

Entre las declaraciones políticas que producen vergüenza ajena y que no merecerían nuestra atención hay una que sí la reclama por venir del PSOE, el partido que más tiempo ha ocupado la presidencia del Gobierno y que hoy todavía es primera fuerza de la oposición. Se trata de la cantinela de que corresponde a Mariano Rajoy ser el primero en comparecer en las Cortes para solicitar la investidura y que, mientras eso no suceda, ellos se mantienen a la expectativa. Es una afirmación sin fundamento que, repetida una y mil veces a ver si cuela, demuestra ignorancia supina sobre los preceptos constitucionales, al tiempo que minusvalora el papel que al Rey le corresponde en esta materia. En descargo socialista hay que decir que, a su manera, el PP hace lo propio cuando su candidato se permite parar el reloj de la investidura con la añagaza de declinar el encargo y mantener su candidatura, lo cual, todo sea dicho, ha supuesto dar oxígeno a los participantes en el proceso de investidura, incluido el propio Felipe VI, después de la tormenta desatada el viernes pasado con la propuesta de Podemos. El resultado es que, de una manera u otra, los dos grandes partidos ignoran, probablemente por falta de práctica, cuál es el objetivo de las consultas del Jefe del Estado en un sistema parlamentario. 

España tiene un régimen de monarquía parlamentaria y la única facultad de que dispone el Rey, sin la limitación del refrendo previo, es la de designar un candidato a la presidencia del Gobierno después de evacuar consultas con los representantes de los partidos políticos que han obtenido representación parlamentaria, de acuerdo con el artículo 99-1 de la Constitución. Y eso es lo que ha hecho Felipe VI en la ronda de consultas de la pasada semana, ronda que terminó de forma inesperada cuando, de las contactos habidos, se dedujo que ningún candidato estaba en disposición de obtener la investidura por falta de garantías para poder formar Gobierno, a pesar de lo cual, el Rey hizo un amago de encargo en favor de Rajoy, que declinó la oferta. Nada impedía que, en aras de la transparencia, el Jefe del Estado hubiera declarado desierto el concurso, abriendo una segunda ronda de consultas y explicando las razones de ello.

Los dos grandes partidos ignoran cuál es el objetivo de las consultas del Jefe del Estado en un sistema parlamentario

Ni el tiempo de Rajoy, ni el de Sánchez

Probablemente esa hipotética actuación del Rey, perfectamente legítima y adecuada a la Constitución, hubiera hecho saltar por los aires, más si cabe que la rueda de prensa de Podemos, el guion fabricado por el PP y el PSOE, primero tú luego yo, convencidos como están de que los tiempos del turno deben seguir funcionando como antaño. Sólo así se puede entender el empecinamiento en el discurso dominante, que el PSOE se encarga de propalar, según el cual “es el tiempo de Rajoy”, y que el propio PP abona y en la práctica asume al aferrarse a esa segunda oportunidad que su candidato se ha fabricado con la anuencia regia. Un juego peligroso para todos, que alimenta la confusión reinante y agría el debate sobre la investidura

Ante la apertura de una nueva ronda de consultas por parte de Felipe VI, y para deshacer equívocos y falsedades, queremos afirmar que aquí no hay tiempos de Rajoy ni de Sánchez, porque los únicos tiempos que cuentan son los de aquellos partidos políticos cuyos representantes sean capaces de presentar ante el Jefe del Estado un proyecto de Gobierno que esté en condiciones de obtener la mayoría del Congreso de los Diputados. Lo demás son ganas de marear la perdiz o excusas de mal pagador, y España no está ahora mismo para esta clase de juegos florales.

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