Editorial

Vozpopuli: nuevo diseño, idéntica vocación (ser libres y fiables)

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Decíamos el 10 de octubre del pasado año, con motivo del nacimiento de este diario digital, que “los medios de comunicación en general, con la prensa de papel como avanzadilla, se encuentran hoy al borde del precipicio de una quiebra de la que, salvo milagro de por medio, nada ni nadie parece capaz de salvarlos”. Un año y cinco días después, los acontecimientos no solo nos han dado la razón, sino que han agravado los perfiles de una crisis que parece terminal. Los grandes grupos siguen acumulando pérdidas, sostenidos por la “benevolencia” que los acreedores bancarios han mostrado siempre hacia los medios, mientras sus gestores buscan fórmulas de supervivencia mediante operaciones de integración de difícil viabilidad. La parte más débil de la cadena, como siempre, han resultado ser los trabajadores del sector, los periodistas españoles: imposible cuantificar ahora mismo los que en los últimos 12 meses han perdido su trabajo.

De modo que la situación del sector se ha deteriorado, al mismo ritmo que se ha agravado la gran crisis estructural que padece España, que, como decíamos también hace un año, “más que económica, con ser ella muy importante, es sobre todo político-institucional y de valores, crisis de agotamiento del modelo de convivencia que nos dimos al final del franquismo”. La crisis económica sigue sin resolverse, entre otras porque el Ejecutivo, a quien hay que suponer buena voluntad para afrontar la tarea, no ha adoptado con la contundencia necesaria las decisiones oportunas en el momento adecuado, al punto de que la recesión corre el riesgo de convertirse en endémica para desgracia de varias generaciones. Por si ello fuera poco, hace un año por estas fechas estábamos lejos de imaginar la virulencia, violencia más bien, del brote secesionista catalán, un acontecimiento que amenaza con tensar la convivencia entre españoles hasta extremos desconocidos desde hace muchas décadas.    

No vivimos, pues, los mejores momentos como nación para hacer alarde ante nuestros lectores y amigos de la alegría, la razonada satisfacción que hoy nos embarga a la hora de presentar este nuevo diseño de Vozpópuli. Hace un año, sin embargo, y ante no menores dificultades, dijimos aquí que el miedo no es una visión del mundo para quienes hacemos este diario, y mucho menos lo es la desesperanza. A lo largo de la Historia del mundo, el momento de los grandes riesgos ha sido también el de los mayores desafíos, y la ocasión para las soluciones heroicas por parte de aquellos en cuyas manos la voluntad popular ha puesto el destino del país. Y es también el momento y la oportunidad de esas aportaciones de la sociedad civil que buscan contribuir con su esfuerzo, grande o pequeño, a superar las adversidades del momento. En ello está Vozpópuli. En ello estamos a la hora de celebrar nuestro primer aniversario.

Proyecto en una doble vertiente política y periodística

Es el momento idóneo, por eso, de renovar ante nuestros lectores los compromisos fundacionales de este diario. Dijimos en octubre de 2011 que Vozpópuli nacía con la vocación de ser algo más que la fórmula que un grupo de profesionales –ahora mismo cerca ya de la treintena- del periodismo habían encontrado para ganarse la vida. Este es un proyecto ideológico (1 adj. De [las] ideas) en toda regla, entendido ello en la más noble acepción del término. Una iniciativa que busca transmitir ideas e ideales en una doble vertiente política y periodística. En la primera, como intento regeneracionista guiado por el afán de contribuir a mejorar la calidad de la democracia española. Tenemos cosas que decir y sabemos cómo decirlas. Y queremos hacerlo con la intención de aportar nuestro granito de arena en la construcción de una España mejor, en el diseño de un país más abierto, menos corrupto, más rico, menos sectario, más competitivo, menos crispado, más vivible, más democrático en suma. Proyecto liberal –libertad antes que igualdad-, desde luego, si bien alejado del liberalismo economicista al uso.

Pero es también un proyecto periodístico, que nació impulsado por el afán de coadyuvar a rescatar al periodismo de la situación de postración en la que hoy se encuentra, y que en esa premisa sigue plantado, dispuesto a volver a la fórmula –tan vieja, tan nueva- de buscar noticias, contrastarlas, y contarlas de principio a fin. Como nos enseñaron nuestros clásicos, desde Larra a esta parte. Parece una evidencia que los males del periodismo no son sino reflejo de los males que aguas arriba corroen a esta democracia nuestra, tan enferma ella de valores.  Y es también evidente, o así nos lo parece, que esa regeneración no será posible sin que el periodismo vuelva a ejercer su función de cuarto poder, o lo que es lo mismo, de contra-poder. Sin que el periodista regrese a su condición de watch dog de los poderosos, al servicio de los intereses generales.

Este es el camino que nos trazamos hace un año, y es el camino en el que queremos permanecer y progresar con la ayuda de todos ustedes y con el trabajo diario de una redacción en la que figuran algunos de los mejores profesionales del periodismo madrileño. Pretendemos seguir saliendo a la calle dispuestos a hacer periodismo a la antigua usanza, es decir, a buscar historias para contarlas en libertad, convencidos de que de la batalla en internet –espacio al que los grandes grupos están trasladando sus afanes de supervivencia- saldrán vencedores aquellos que sean capaces de hacer información propia, primero, y de calidad, después. Información propia y creíble. Ser libres y fiables, como reza nuestro motto. En ello estamos.

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