En noviembre de 2010, con la crisis en plena efervescencia y ya anunciada la congelación de las pensiones y el recorte del sueldo de los funcionarios, entre otras medidas de calado, nació el Instituto Internacional de la Universidad de las Naciones Unidas para la Alianza de las Civilizaciones, con sede en Barcelona, destinado a “sanar las relaciones humanas”, como dijo muy rimbombante el entonces presidente de la Generalitat, José Montilla.
Se trataba de uno de los proyectos estrella de José Luis Rodríguez Zapatero. Un plan que mimó al máximo, al que se siguió insuflando medios a pesar del recorte en otros capítulos mucho más trascedentes para la vida de los ciudadanos, ajeno a la crisis y a la que ya se nos había venido encima. Es cierto que fueron el Gobierno catalán y la Unión Europea los que corrieron con los gastos de nueve millones de euros para acondicionar uno de los pabellones modernistas del Hospital de Sant Pau destinado a habilitar tres aulas, 34 oficinas y 64 despachos, pero le correspondía al Ministerio de Educación aportar 12,4 millones de euros en seis años para financiar las actividades del centro.
Hasta ahora. Del millón y medio de euros que el Departamento encabezado por José Ignacio Wert debía desembolsar este año, se ha pasado a cero patatero, ni un euro, nada de nada. Las ayudas a esta entidad siguen el mismo camino que la mayoría de las subvenciones finalistas y abocan a éste y a otros planes casi megalómanos a la más absoluta de las insignificancias.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación