José Ignacio Goirigolzarri se convirtió en todo un filántropo al dejar BBVA; tal vez algo a la fuerza, pues el banco le impuso un virtuoso garden leave de un par de años para que no se fuera a la competencia y disfrutara de los cincuenta y tantos millones de euros de pensión.
Conocida es su página web, en la que no escribía desde febrero y luego ha colgado dos artículos el viernes pasado y otro a finales de mes, quién sabe si a toda prisa para dar ciertas señales de vida y que no pareciera que estaba enredando en nuevas intrigas bancarias; que el rumor era insistente desde hace tiempo.
También es famosa su Fundación Garum, aunque sus fines son tan elevados que no cualquiera los capta. Quiere fomentar el desarrollo, a los emprendedores e implementar herramientas del conocimiento. Si se lee con cierto detenimiento la descripción de uno de los proyectos de la entidad, Bazar, al común de los mortales se le puede quedar la cara a cuadros (y al que tenga cierta formación también): “Bazar combina las funcionalidades clásicas de un marketplace b2b con una capa social que permite la interacción de los usuarios-empresa más allá de la mera transacción monetaria”.
Un altruismo y alcance de miras que deberá dejar algo de lado ahora que le toca arremangarse para sacar adelante a Bankia y enfrentarse a cosas tan poco elevadas de espíritu como el agujero inmobiliario o la limpia en los órganos de dirección de la casa. Por poner dos ejemplos.
En estos años de placidez, alejado del furor bancario, el ex consejero delegado de BBVA celebró numerosas reuniones con gestores y directores de inversiones, a los que preguntaba sobre oportunidades para que Garum invirtiera.
“Ah, ya, ¿estás montando algún fondo tipo Corcóstegui?”
“No, busco inversiones socialmente responsables, innovadoras, que generen conocimiento…”
“Ya, ya, ¿pero tú quieres ganar dinero o no?”
Así fueron algunas de estas charlas y claro, las inversiones fueron las justitas. "Esto no es un capital riesgo", dijo cuando presentó la fundación en Deusto. Poca gente le pilló la onda. Pero bueno, la pátina filantrópica es agua pasada ya. Goiri está de nuevo en primera línea bancaria, algo que muy pocos (o nadie) han logrado después de salidas millonarias. Dará mucho que hablar en el futuro, sin duda, pero por cuestiones de no tanto poso humano.
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