A lo largo de la Historia, los gobernantes siempre han buscado que sus grandes gestas acabasen esculpidas en mármol. A falta de arcos triunfales, ahora la tentación de los políticos está en dejar su impronta en alguna ley o decisión ejecutiva que pase a la posteridad.
El paradigma de ello fue lo que le ocurrió al ministro de Presidencia en el primer Gobierno de Felipe González, Javier Moscoso, quien en 1983 institucionalizó los días de libre disposición de los que disfrutan los funcionarios y que pasaron a denominarse ‘moscosos’ para sorpresa -y orgullo- del político socialista. La palabra ya está admitida por la Real Academia de la Lengua (RAE).
El caso que nos atañe ahora gira en torno al primer tren low-cost que va a funcionar en España. Tras el exitoso AVE (Alta Velocidad Española) llega el turno de AVLO (Alta Velocidad low-cost), la nueva marca comercial de Renfe con precios que oscilan entre los 10 y los 60 euros para el trayecto Madrid-Barcelona. Toda una revolución.
AVLO es un vocablo de difícil pronunciación, un acrónimo enrevesado que más pronto que tarde se meterá en el subconsciente de los españoles con tinta indeleble. Y a fuerza de repetir muchas veces ese trabalenguas, uno tiende a colar una ‘A’ entre la ‘V’ y la ‘L’, y que le salga la palabra ‘ÁVALO’.
En los últimos días no se habla de otra cosa en el Ministerio de Fomento que del parecido fonético que tiene AVLO con el primer apellido del ministro José Luis Ábalos. Un sibilino intento, dicen algunos con sorna, por inocular ese palabro en la mente de los españoles para que empiecen a decir frases como “voy a coger un ‘ávalo’” o “llego a la estación en un ‘ávalo’ a tal hora”. En definitiva, que la alta velocidad low-cost quede ligada al ministro de por vida y que, con el paso del tiempo, entre también en el olimpo de la RAE.
Cientos de nombres antes de AVLO
Renfe contó con la consultora Summa para crear esta marca. "Cercanía, simplicidad y modernidad son los ejes en los que se basa el enfoque estratégico de la nueva marca", explicó la empresa de forma pomposa en su comunicado.
La consultora enfatizó que había llevado a cabo un proceso de naming en el que se generaron cientos de nombres que fueron filtrados de acuerdo a unos requisitos estratégicos, lingüísticos y legales antes de dar con el vocablo en cuestión -AVLO- y presentárselo a un buen número de potenciales clientes.
"Un nombre corto, agradable, eufónico y con carácter internacional”, se indicó en la petulante nota de prensa. Sólo le faltó decir que el que pagaba la factura del descubrimiento de esta 'piedra Rosetta' en forma de tren era un ministro de nombre José Luis, amante de los toros y que en la actualidad es uno de los negociadores del Gobierno con ERC.
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