Esta semana que dejamos atrás hemos podido oír al director de participadas de Bankia, Manuel Lagares, explicar en la Audiencia Nacional que la entidad compensó pérdidas a los preferentistas, con la consiguiente merma para la entidad. Pero no ha sido un caso único.
Corría el año 2002 y Altae, el banco privado de Caja Madrid, tuvo una pillada muy fuerte con bonos argentinos. Eran tiempos del corralito. Altae distribuyó entre las sicavs unas estructuras, cuyos subyacentes eran aquellos bonos, que resultaron insolventes, toda vez que Argentina anunció que suspendía los pagos de su deuda.
Entre la principal clientela de Altae había mucha cúpula ‘pepera’. Dicen que entre los pillados estaban José María Aznar, Pío García Escudero, el socialista Ramón Espinar, el propio Miguel Blesa… y que aquello tuvo que solucionarse con “una inyección de tesorería directamente en cada sicav”, me cuenta un enano infiltrado.
Los VIP se marcharon de ahí con discreción algún año después, repuestos del susto. Unos pasaron su cartera a fondos de la propia Caja Madrid (ahora Bankia), otros se fueron a UBS y Altae acabó sus días liquidada. Por ello, hubo cortes de cabeza entre ejecutivos, cuyos nombres no vienen mucho al caso. ¿O sí? El hecho es que siguen en otras entidades de primera fila. Tal vez hablemos de ellos otro día.
El asunto no se olvidó. De hecho, UGT solicitó en 2008 que se compensara al fondo de pensiones de empleados por las pérdidas causadas por Lehman Brothers: “Caja Madrid creó un precedente cuando a los clientes de Altae en el 2002 les repuso el importe perdido por la compra de Bonos Argentinos”. La medida, sin embargo, no llegó a buen puerto. Para los empleados no, para los VIP sí.
Como puede verse, esto de la compensación de pérdidas viene de antiguo. Claro que, si tienes apellidos de los que salen todos los días en los periódicos es mucho más fácil, rápido y silencioso.
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