Ni uno ni dos ni tres, sino cuatro han sido los encuentros en los que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha departido con lo más granado del empresariado español sin que por allí apareciese ni Antonio Brufau, presidente de Repsol, ni ninguno de sus lugartenientes. El ejecutivo de Mollerusa no asistió al Foro organizado el grupo Prisa en la mañana del lunes; tampoco se dejó ver por la cena de gala con la que el Rey obsequió al mandatario mexicano en Zarzuela ese día; nadie de Repsol acudió en la mañana del lunes al encuentro organizado por CEOE para el joven y apuesto presidente azteca ni tampoco después en el almuerzo ofrecido por el presidente Rajoy en Moncloa.
A todos o a varios de esos cuatro actos acudieron altos ejecutivos empresariales y financieros españoles como Borja Prado, Florentino Pérez, Ignacio Sánchez Galán, Salvador Gabarró, Francisco González y un largo etcétera. Pero de la primera petrolera del país nadie. Ni este Buscón ni nadie en España han sido capaces de confirmar que la 'desaparición' de Brufau de la faz madrileña en estos dos días se haya debido a una orden expresa de Peña Nieto de no verle o a un gesto de prudencia del directivo, que ha optado por mantenerse al margen para que nada enturbiase la entente cordiale entre España y México.
Pemex anunció que abandonaba el capital de Repsol una semana antes de que Peña Nieto llegara a España en visita de Estado y tras casi tres años de dura pugna contra la gestión de Brufau. El hombre de confianza y amigo del presidente de México que ahora dirige Pemex, Emilio Lozoya, ha exigido en reiteradas ocasiones la cabeza de Brufau y hasta el propio Peña Nieto pidió a Rajoy que obligase al directivo catalán a no entorpecer un arreglo del conflicto de Repsol con Argentina.
La petrolera estatal mexicana, controlada directamente desde el propio Gobierno del DF, ha dado la batalla por perdida y ha abandonado, mientras Brufau se ha erigido en ganador de la pugna. Así que ni Peña Nieto ni su equipo debían de tener muchas ganas de cruzarse con el ahora presidente semiejecutivo de Repsol ni éste de acudir a eventos a los que no sería bienvenido.
Algo que al Gobierno de Rajoy le ha venido de perlas, porque la visita ha acabado de forma ejemplar. Se han estrechado lazos y se han potenciado las inversiones bilaterales, si bien ha quedado claro que Repsol no tiene nada que hacer en el proceso de apertura del sector energético que promueve Peña Nieto en México.
Precisamente ha sido comidilla estos días entre las dos delegaciones la coincidencia de que Pemex llegó a España casi a la misma vez que el Rey y ahora deja Repsol al mismo tiempo que el monarca abdica. Según relatan los viejos del lugar, el Rey pidió a México que enviara petroleros cargados de crudo a finales de los años 70 con el objetivo de ayudar a la España democrática a salir de la crisis que se desató en 1973.
Fue el primer paso que desembocó con la entrada de Pemex en el capital de Petronor a principios de los 80, lo que con los años se convirtió en participación directa en Repsol, compañía que la mexicana abandona ahora tras 30 años como accionista histórico.
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