Los gobiernos y los ayuntamientos españoles se vieron obligados hace algunos años a reducir gastos debido a la crisis económica y se recortaron partidas de casi todas las esquinas. Sin embargo, hay algunos rincones, que no son necesarios ni mucho menos, que se han resistido a la tijera, sin que se sepan muy bien las razones. Algunos porque parecían pequeños, otros porque eran considerados estratégicos.
Los diputados que asisten a los plenos y comisiones de la Asamblea de Madrid, por ejemplo, han tenido la oportunidad, a pesar de las restricciones, de endulzar sus paladares con caramelos de ‘La Pajarita’, fabricados de manera artesanal desde 1852 por una empresa madrileña. Estos caramelos tienen una historia que casi nadie conoce y es que el nombre se lo deben a Miguel de Unamuno, amigo de los fundadores. Los dueños de la tienda, entonces en la Puerta del Sol, Vicente Hijós y Lorenza Aznárez, pusieron el nombre a sus dulces después de que don Miguel, gran aficionado a la papiroflexia, les hiciera la figura que aparece en su envoltorio.
Lo cierto es que nadie sabe quién fue el que compró por primera vez los caramelos en la Cámara regional, pero nunca faltan. Especialmente son visibles en la sala donde se producen las comparecencias de investigación sobre corrupción política donde no han servido para endulzar los momentos de tensión que se han producido en la sala. El caso es que sólo en 2016 la Cámara lleva gastados en esos dulces unos 1.600 euros y la cuenta se eleva ya a 2.800 euros desde que comenzó la legislatura, allá por julio del año pasado.
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