Es una auténtica barrabasada, pero totalmente cierta: a fecha de diciembre de 2013 había registradas en el Registro Nacional de Asociaciones un total de nada menos que 44.485 entre asociaciones y otras fórmulas derivadas y similares.
Decimos que es una auténtica barbaridad, porque, a pesar de las muchas cuestiones que puedan ser susceptibles de asociacionismo, parece que no hay en el mundo materia para tanto. Entonces, ¿por qué tantas inscripciones en el correspondiente registro oficial?
Veamos primero los datos del Gobierno, porque son elocuentes por sí mismos: en 2010 había debidamente registradas 37.017 asociaciones; en 2011 el número se había elevado a 39.389 (2.372 más en un año); en diciembre de 2012 había ya registradas 41.748 (otras 2.359 más en otro año), y en diciembre de 2013 el número había aumentado hasta 44.485 (otras 2.737 asociaciones más).
En definitiva, que en sólo cuatro años, el número de asociaciones aumentó exponencialmente: se registraron un total de 7.468 asociaciones nuevas entre 2010 y 2013, años de intensa crisis, por cierto. ¿Cuál es la razón? Algunos especulan que tan desmesurado incremento podría tener mucho que ver con las subvenciones oficiales que, para diferentes cuestiones, destina tanto el Gobierno del Estado como los autonómicos y locales, así como las diversas fundaciones e instituciones vinculadas a bancos.
¿Se trata, pues, de un gran negocio? El riesgo en el que se podría caer es pensar precisamente eso, que se trata de un mero negocio, porque existen muchas asociaciones que realizan una enorme labor social. Pero, claro, como todo en la vida, también hay cizaña.
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